Domingo, 30 de noviembre de 2014 | Hoy
CINE
El miércoles 29 de octubre, hablando sobre la apertura del festival internacional de cine de género BARS (Buenos Aires Rojo Sangre), su director, Pablo Sapere, y su productora, Ariana Bouzón, restaban importancia al rol del festival en el sector. Lo importante, destacaban, era el trabajo continuo de una generación de creadores que empujó este tipo de películas. “Hicimos un camino en paralelo”, afirmaron. No es, desde luego, el único espacio semejante. Ahí está el ciclo Gritos en el Planetario, de La Plata, difundiendo el cine de terror latinoamericano. Sin embargo, todos los directores consultados consideran “fundamental” el rol que el BARS tiene en la conformación del circuito y en aunar a los productores.
“Todo nace en el BARS”, considera Gabriel Grieco y recuerda cuando con un puñado de directores alquilaban una sala para pasar sus propios cortos en el ciclo Crepusculum. “En todo el proceso del BARS, desde la primera edición hasta ésta, hay un crecimiento enorme. Me acuerdo de que esa primera vez estuve con un corto, y la última, con mi primera película”, refiere a Naturaleza muerta. “El BARS es nuestra Navidad”, compara el distribuidor Juan Manuel La Volpe. “Con VideoFilms tenemos puntos de venta en comiquerías y locales especializados, pero la diferencia la hacemos en los festivales, y al BARS van todos los que consumen el cine que vendemos.” La unión entre productor, vendedor y espectador es clave para entender el fenómeno del BARS, que oficia como una Feria del Libro para este cine.
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