Jueves, 15 de enero de 2015 | Hoy
TELEVISION › OPINIóN
Por Pablo Culell *
El presunto auge de las telenovelas extranjeras en la TV argentina no es algo nuevo. Pensemos en el furor de los culebrones mexicanos con Verónica Castro en los ’80, o los de Thalía en los ’90, o la colombiana Café con aroma de mujer, las brasileñas El clon o Terra nostra. Todo previo al último fenómeno mundial de Avenida Brasil, que convivieron a lo largo del tiempo, en mayor o menor medida, con producciones de ficción nacional que también fueron grandes sucesos, en los últimos veinte años, entre Gasoleros y Graduados, por ejemplo.
Que hoy compitan dos telenovelas extranjeras en el prime time es algo netamente coyuntural. Obedece a cuestiones presupuestarias, por un lado, ya que lógicamente una “lata” cuesta infinitamente menos que una producción argentina. En temporada veraniega, de menor encendido, por ende de menor ingreso comercial, conviene programar, para poder compensar costos presupuestarios de toda una programación anual, que incluye ficciones nacionales, para equilibrar la balanza. Por otra parte, luego del rotundo resultado de Avenida Brasil, se estima que el efecto “contagio” que produce un éxito reciente, puede jugarle a favor a los estrenos.
Es algo cíclico, será así hasta que dejen de funcionar, y la rueda seguirá girando...
Eso no implica reconocer que producciones vistosas, con historias y personajes bien desarrollados, y actores talentosos y carismáticos, y una cuota de buen “marketing” sean también las causas de que el público argentino las elija. Más allá de ser extranjeras o locales, porque la fórmula del éxito no es mágica, aun cuando intervenga la “magia” que provoca un cuento bien contado y mejor realizado.
No existen grandes diferencias de calidad argumental ni artística entre lo que hacemos aquí con lo que se hace en otros mercados. Tal vez, en algunos casos, cuentan con mayores presupuestos, pero el talento no depende del dinero, depende de la creatividad y la inteligencia para producir. Puede que haya etapas de mayor o menor riesgo, por cuestiones económicas, que redundan en los productos que se terminan realizando.
Y en cuanto a las cifras de rating, desde hace varios años sabemos que hay una merma en el encendido de TV abierta para las ficciones, ya que el público cambió su hábito en el modo de consumirla: graba los programas, los ve a través de la web, se programa a sí mismo, etcétera. Solo generan grandes cifras los auténticos “fenómenos”.
El público, de todos modos, no le da la espalda a las ficciones argentinas. Todo lo contrario, siempre están entre lo más visto. De hecho, actualmente lidera las mediciones Viudas e hijos.., que afortunadamente nos toca producir para Telefe. A los argentinos nos gusta identificarnos con nuestras historias y nuestros actores. Eso hace que los anunciantes también apuesten a lo autóctono. Además, en las extranjeras no pueden incluir PNT, los famosos “chivos” argumentales, que venden un producto dentro de un programa. Y los canales y productores también sabemos la importancia de poder vender nuestros contenidos al exterior, como formatos a producirse en diferentes mercados. Por lo tanto, más allá de dimes y diretes, seguirá habiendo producción nacional, como siempre la hubo en nuestro país, que es uno de los mayores productores latinoamericanos de ficciones.
* Productor de ficción (Underground Producciones).
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