La respuesta a esta edición del Premio Fundación Banco Nación ha resultado, nuevamente, aluvional y masiva. Se recibieron más de mil carpetas, enviadas con el ímpetu y el entusiasmo de siempre, lo cual es digno de encomio y de verdadero reconocimiento, más aún cuando es bien sabido que sólo resultaría seleccionado un mínimo porcentaje de ellas. Esto es así no sólo por las lógicas limitaciones físicas del espacio de exhibición del Salón –de éste y de cualquiera– sino porque un Premio tiene sentido cuanto más riguroso es el criterio de selección y de aceptación del jurado. A este respecto puede decirse, una vez más, que las 72 obras seleccionadas exhiben un sólido nivel profesional y verdadera categoría en concepto y lenguaje pictórico, más allá de que, en el terreno de la valoración artística, todo juicio es perfectamente discutible. A la vez, quien recorra el Salón podrá corroborar nítidamente que en él están representadas tendencias muy diversas de la práctica vernácula de la pintura contemporánea, algo que el jurado tuvo especialmente en cuenta a la hora de juzgar y tomar decisiones. Su tarea fue, como suele suceder en estos casos, extremadamente exigente y difícil, y sus miembros la ejercieron no sólo con lucidez y enjundia, sino con el imprescindible sentido del equilibrio y la justicia. Queda entonces al público el disfrute y la ponderación final de esta verdadera celebración de la pintura. (En la Casa Nacional del Bicentenario, Riobamba 985, hasta el 16 de agosto.)

* Artista plástico. Curador de la muestra.