Hemos subido muchas veces a Cosquín. Siempre ha sido un escenario mayor de la cultura popular, del folklore. Un lugar al que viene gente del interior a vivir una fiesta con un profundo sentido de identidad e inclusión, ya sea en el escenario o en una peña. Tres o cuatro años atrás nos venía pasando que nos parecía absolutamente necesario un recambio generacional y de nuevos artistas. De alguna forma, es lo que el festival estaba necesitando. Entonces, vemos esta edición como una prueba piloto; con mucha felicidad se puede percibir que la gente estuvo cómoda, feliz, disfrutó y celebró a los músicos. Hubo euforia y momentos de reflexión. En general, todos estos artistas muestran propuestas con contenidos. Tenemos mucha admiración por estos músicos, que son artistas consumados. En otras ediciones, veíamos un montón de imitadores de Los Nocheros, pero eso ahora no pasó. Existió el papel para artistas grossos, como son los de la Palabración, Ramiro González y tantos otros. Nos sorprendió para bien esta edición, porque vemos una actitud joven y nueva. En un contexto de orfandad de las grandes compañías discográficas, vemos que este proceso está permitiendo de alguna manera que artistas que no venden discos, pero que ponen de pie a la Plaza, pueden ocupar un espacio. El debate es entre la especulación o la apuesta cultural: uno puede hacer una especulación en un festival donde haya mucho aplauso, grito y “éxito” o puede apostar a cierta profundidad y calidad. Todos estos músicos no son músicos que han venido a Cosquín a ver si triunfan, son gente que anda cantando todo el año por todos lados, que andan sembrando profundamente su música. No sabemos si ellos necesitan del festival, lo que sí sabemos es que el festival necesita de ellos. Al público lo podés poner loco con platillos, con cohetes y ruido, pero a la vez quieren que haya valores nuevos. Nosotros siempre nos sentimos muy cerca de los músicos y de la gente; no nos interesa convertirnos en seres misteriosos y a esta altura del partido hemos aprendido muchas cosas. Otra cosa que nos encanta del festival es la ausencia de las pancartas de los anunciantes, porque a quienes manejan la estética del escenario les permite un desarrollo que celebramos.

* Integrado por Roberto Cantos y Julio Paz.