Se esperaba público de los alrededores y la organización lo tenía contemplado: público proveniente de diferentes regiones de Chile, de Mendoza y San Juan, y aquellos que viajaron un poco más. Un grupo conformado por quince brasileños de Minas Gerais llega en combi desde la zona de Bella Vista, en el centro de Santiago. Luciano Rabello dice: “Somos cinco parejas y el resto amigos. Esto no lo armamos para vacacionar, esto fue exclusivo para ver a los Stones”. Una de las chicas confeccionó un modelo muy femenino de blusas negras con lenguas hechas con strass rojos y plateados. “Algunos iremos a San Pablo y otros a Río de Janeiro para seguir a los Stones”, dice uno de ellos.

El otro grupo llegaba a Chile producto del fanatismo que se predica en 40 x 5 Tributo Bar. Juan Ignacio Muñoz dice: “Este es el décimo viaje que organizamos, teníamos que ponerle nombre y cantidad: 33, respetuosamente coincidimos con los mineros chilenos”. Desde Plaza Italia, en Vicuña Makena salía cuatro horas antes el bus con ocupantes argentinos de todas las edades. “Acá vino un grupo muy variado desde 23 hasta 70 años, algunos que nunca viajaron en avión, otros que nunca vieron a los Stones, y otros que ya tienen muchas giras encima” agrega. Entre ellos están Ricardo y su esposa con diez giras encima, Silvia que los ve desde el 89 y Germán “Ventanita” Gorsd, ídolo del fútbol de ascenso, que anduvo por varios lugares y como buen ex futbolista es el animador de un grupo que no para de cantar. La banda más fiel sin discusión es la celeste y blanca: toquen donde toquen los Stones siempre habrá argentinos con una bandera colgada. “Hacerlo solo es un sueño, hacerlo con ellos es un sueño colectivo”.