Para Las Pastillas del Abuelo, 2016 no será un año más: en abril presentarán su flamante disco Paradojas en Ferro y, de ese modo, se convertirán en la primera banda argentina que debutará en una cancha de fútbol porteño desde que Callejeros lo hiciera en el fatídico 2004. En ese sentido, el show en el Cosquín Rock 2016 funcionará como globo de ensayo, ya que será el único testeo previo ante una cantidad de público similar a la que congregarán en el estadio de Caballito. En esta edición les tocará cerrar la noche del domingo.

“Sin dudas que el show de Cosquín será un approach de lo que sucederá en Ferro, aunque en este caso vamos a armar una lista pegadiza, palo a palo y sin baches. Porque ser el número de cierre es gratificante, pero si bien la gente se queda para verte, a esa hora ya es tarde y llegan todos un poco cansados. Así que vamos a darle un show ágil, compacto e intenso, con canciones de nuestro nuevo disco pero más que nada con los temas clásicos”, explica el vocalista Piti Fernández. El grupo está acostumbrado a ser uno de los números fuertes de los últimos Cosquín y eso le da gimnasia para saber cómo manejarse en un evento así: “Como los festivales ofrecen varias cosas a la vez y la gente está acostumbrada a ir, venir y dispersarse, la clave está en ofrecer un set que canaliza las energías”, afirma el referente de Las Pastillas. ¿Algún condimento extra a las canciones? “Hace unos años que venimos profesionalizando las puestas en escena, es un laburo que nos atrae mucho. Acá trabajamos con Fer, nuestro diseñador, algunas paradojas visuales, justamente apoyándonos en el nombre de nuestro nuevo disco, mientras se lanzan unos videos.”

No hay Cosquín Rock sin bandas ni público, pero tampoco sin anécdotas. “¡Tengo una increíble!”, asegura Fernández, y arranca: “En los últimos festivales nos tocó estar cerca del cierre, y todos los artistas estilan ir cerca de su horario y retirarse después del show. Pero una vez tocó El Kuelgue, una banda amiga, y entonces fui temprano para verlos. Nos habían colocado un puesto de fernet y me tomé como 24. Recuerdo haber visto ese día a Calle 13, con toda la energía avasallante de René, su cantante, que hacía saltar a 55 mil personas. Y después vinimos nosotros... y yo tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano para no tropezar con los cables o no tragarme un bafle. Cuando quería enfatizar alguna estrofa de las canciones, hacía gestos como un beodo. Nunca voy a olvidar esa mamúa, motivo por el cual de ahí en más acepto algún fernecito pero no más que por cortesía”.