La historia de Paloma Herrera comenzó el 21 de diciembre de 1975. Su carrera como bailarina fue un verdadero torbellino: a los 7 años ya era alumna predilecta de Olga Ferri, a los 8 ingresó en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y a los 14 fue invitada por Natalia Makarova para formarse en el English National Ballet de Londres. Un año más tarde, Paloma fue descubierta por un reconocido profesor de la escuela Juillard de Nueva York, quien la invitó a audicionar en la School of American Ballet, la más prestigiosa de Estados Unidos. No sólo ingresó en el curso más avanzado y recibió inmediatamente la beca Fundación Antorchas, que le permitió continuar perfeccionándose en esa institución, sino que su performance en el workshop anual de la escuela causó tal sensación que, con sólo 15 años, la bailarina fue contratada por el American Ballet Theatre. No tardó en destacarse entre sus compañeras y convertirse, con 19 años, en la principal dancer más joven de la compañía. Fueron, tal vez, sus piernas largas y superdotadas, o su ligereza, su lirismo y su precisión técnica, los atributos que hicieron que Paloma se transformara en un mito viviente. O, al menos, los medios internacionales así la retrataron: en 1999 fue elegida entre los diez mejores bailarines del siglo por la prestigiosa revista Dance Magazine. La revista Time y el canal CNN la catalogaron de “líder del milenio” y The New York Times la consagró como uno de los 30 artistas (la única en danza) “que transformarán las artes en los próximos 30 años”. Además, la bailarina fue la primera argentina en recibir una visa para ingresar a los Estados Unidos bajo la denominación “Extranjero de Extraordinario Talento”. Paloma ganó, entre otros, los premios Gino Tani de Italia, el Konex de Platino a la Mejor Bailarina de la Ultima Década y el María Ruanova; fue nominada para el Benois de la danza de Moscú y el Premio Nijinski del Mónaco Dance Forum. Cuando tenía tan sólo 25 años, su ciudad natal le dio una sorpresa: fue nombrada “Personalidad Destacada de la Ciudad de Buenos Aires” en el teatro que la vio nacer en su profesión, el Teatro Colón. Muy pronto, toda su historia, narrada por ella misma y los maestros que la rodearon, podrá verse en un documental que cuenta con el apoyo del Incaa.