TELEVISION › SIMILITUDES Y DIFERENCIAS
› Por Emanuel Respighi
Educando a Nina inaugurará el formato de tiras de corta duración con el que Tomás Yankelevich, director de contenidos globales de Telefe, intentará recuperar audiencia local y mercados internacionales con sus ficciones. Un esquema de producción distinto al que históricamente desarrolló la industria argentina, nunca menor a los 120 capítulos por temporada. “No sé si es un modelo que se adapta al trabajo del actor en Argentina”, analiza Siciliani. “No estamos acostumbrados a comprometernos con un mismo proyecto por varios años. No porque no queramos, sino porque mientras estás grabando algo ya firmaste otra cosa para el año siguiente. El actor argentino no puede esperar para ver qué hace al año siguiente si se le cruza una propuesta interesante. De cualquier manera, cuando me junté con Tomás (Yankelevich), me adelantó de esta idea de hacer temporadas de 80 capítulos, y en todo caso después hacer al año siguiente otra temporada. Desde mi ignorancia, creo que un programa al que le va bien, se lo trata de mantener en pantalla el mayor tiempo posible”, detalla. “La lógica de nuestra industria indicaría a que a una ficción que le va bien se la estira. Pero es cierto que está la idea de hacer temporada más cortas”, agrega Lamothe.
–¿Creen que es necesario que la ficción argentina busque otros formatos, en un escenario digital que revolucionó definitivamente la manera en que se consume la TV en el hogar?
G. S.:–Hay que buscar un modelo nuevo. No se cuál sería. Cuando veo que afuera hacen comedias de 25 minutos cada capítulo y las comparo con las nuestras de una hora, me da rabia no poder implementar ese esquema acá. Y por otro lado, demuestra la capacidad del trabajo argentino en materia televisiva. A mí como espectadora me gusta ver televisión de aire. Veo Netflix y series en la web, pero yo todavía soy de una generación que se crió con la TV abierta como entretenimiento hogareño. Cuando veo que Las mil y una noches hace tanta audiencia, me pregunto por qué la gente no ve los capítulos por Internet si están todos subidos a la web. El hábito de ver TV abierta no es tan sencillo de cambiar. ¿Cómo es que Las mil y una noches hacía 20 puntos, con una historia antigua, que no estaba en HD y con un doblaje rarísimo, por ser bondadosa?
E. L.: –¡Una novela que se había emitido cinco años atrás! Tal es así que vino un actor turco a bailar a lo de Tinelli porque se ve que en su país no tenía trabajo, porque si no se hubiera quedado trabajando en la TV turca. Era tan viejo que el actor ya se había pasado de moda. Se vino a un país extraño, sin entender el idioma, y sigue boludeando por acá (risas). Pasan cosas raras.
–Uno nunca sabe cómo va a responder el público ante una ficción.
E. L.: –El televidente actual es indescifrable, hay mucha competencia al alcance de la mano. Lo que es cierto hoy en día es que hay una tendencia que muestra que las latas extranjeras están marcando más rating que las ficciones locales. Es perturbador.
G. S.: –Las ficciones extranjeras, como espectadora, a mí no me atraen. Pero evidentemente hay un público al que sí porque hacen casi 20 puntos. Adrián (Suar, su pareja) me dijo que Moisés y los 10 mandamientos era buenísima. Claro, están bien producidas, hay gran despliegue. Y creo que ayuda mucho que no conocemos a los actores, porque si uno lo viera a Esteban, con los ojos delineados y en sunga, ¡nos cagamos todos de risa!
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