¿En qué estado se encuentra la evolución del “nuevo” cine argentino?

–Es un sinsentido pretender que todos los años aparezcan películas y siempre sea una sorpresa. No pasa en ninguna cinematografía. Antes yo era más joven, ahora estoy más viejo. Esta cosa de “nuevo” me empieza a quedar vieja. “Nuevo” en sí mismo nunca significó nada.

–¿Se siente parte de otra generación?

–Mi generación dejó de ser la nueva generación. Cuando empecé con Mundo Grúa había una generación que asomaba. Cuando empecé a estudiar cine, había una generación faltante. Los ’80 no fueron una generación nueva, es la que estuvo interrumpida y callada durante los ’70. Pero se aniquiló una generación. No hubo recambio, la de los ’90 fue una generación más clara. El 80 por ciento de los directores de los años ’80 tenía un promedio de cincuenta años, pero el promedio de los ’90 era de 25 años. Ese cambio fue abismal. No es lo mismo criarse en los ’70, que a fines de la dictadura y comienzo de la democracia. Ahora es el turno de la generación menemista, la diferencia no es tanta. Ahora viene la pregunta de qué pasó con esa generación. Yo viví los dos mundos, cuando era más pendejo la dictadura, y más adolescente la democracia. Ahora viene la que se formó durante el menemato, hay que ver qué dejó esa generación. Quiero ver pelis de chicos de 22 o 23 años. Todavía mucha gente que filma es de mi generación.

–¿Se perdió el efecto “novedad”?

–Lo que vivimos entre fines de los ’90 y lo que vivimos hasta 2003 fue de mucho movimiento. Curiosamente, el cine de esa época de mayor crisis estaba en auge, surgió de la necesidad de contar cosas. No fue casual, había que decir “basta, loco”.

–¿Y ahora cuál es la apuesta?

–Intento hacer una película cada dos años. Tengo en mente Villa, pero antes voy a filmar dentro de una cárcel. Es la primera que voy a hacer una película con una mujer como protagonista. Escribiré el guión con algunos de los chicos de El amor (primera parte), sobre una mujer que tiene que cuidar a su hijo en prisión. Villa es un proyecto cada vez más ambicioso.