Al Colón, el programa que lleva a cada hogar las obras que se presentan en la temporada 2006 del coliseo argentino, puede dividirse perfectamente en dos etapas. La primera fue la que pasó en sus primeros cuatro envíos, en la que el ciclo usó material de archivo del propio teatro y no pudo mostrar con sus propias cámaras el detrás de escena de cada pieza, tal cual había sido anunciado previamente. “Había que optar entre dejar afuera del ciclo obras como I vespri siciliani, de Verdi; La bohème, de Puccini; Così fan tutte, de Mozart, o emitirlas al público pero sin mostrar el proceso creativo. Y decidimos salir con una estructura más modesta, privilegiando la obra artística, muchas de las cuales no llegarían a los ojos de cierto público de otra forma. Eran obras demasiado importantes como para dejarlas afuera”, explica Mundstock. Desde el próximo lunes, entonces, el programa acompañará a los fragmentos de los espectáculos el proceso creativo que demanda cada presentación, desde la puesta en escena y los ensayos hasta reportajes a los protagonistas. “Ahora –cuenta el conductor– la estructura del ciclo se va a volver más compleja. Algunos, seguramente, criticarán el ornamento que le pongamos a la obra; otros, en cambio, celebrarán mostrar detenidamente el trabajo de vestuario.” Igualmente, Mundstock aclara que Al Colón no persigue el objetivo de trasladar a la pantalla chica las sensaciones únicas de presenciar una obra en el Colón, ya que eso es algo imposible. “No pretendemos –aclara– ser el típico ciclo de ópera que pasa la obra completa. Creo que el formato de una hora para el ciclo está bien, ya que es un tiempo prudente para mostrar buena parte de las obras y la manera en que funciona el Colón por dentro.”