Sábado, 6 de enero de 2007 | Hoy
CORTAZAR Y EL CINE, UNA RELACION PRODUCTIVA
En Mentiras piadosas (la vuelta de los cuentos de Julio Cortázar al cine argentino, después de haber sido fetiche de Manuel Antín en los ’60 y de haber retornado fugazmente con Cristian Pauls en Sinfín en 1986) se cuenta la historia de Pablo, hijo preferido de mamá, que viaja a París y no da noticias de su paradero después de varias semanas. Para cuidar el frágil estado de salud de la madre, se pone en marcha un dispositivo familiar como en “La salud de los enfermos”, que incluye el falso envío de cartas, regalos y visitas de su novia a pesar de la ausencia. Mientras, en un cruce con “Casa tomada”, el hogar va siendo desmantelado por las deudas que provocan los falsos envíos de París. Pero mucho antes de que Diego Sabanés decidiera restablecer el vínculo del cine nacional con la obra literaria de Cortázar en Mentiras piadosas (con el protagónico de Marini, y sus hijos Claudio Tolcachir, Paula Ransenberg y Walter Quirós), existió una nutrida relación entre sus cuentos y la pantalla.
Entre los locales, Manuel Antín es el director que más frecuentó la obra del autor de “Casa tomada”. Lo hizo en La cifra impar (1962, basada en el cuento “Cartas a mamá”, con Lautaro Murúa, María Rosa Gallo y Sergio Renán); en Circe (sobre el cuento homónimo, con la particularidad de haber sido adaptada por el propio Cortázar, y en la que actuaron Graciela Borges, Sergio Renán y Walter Vidarte) y en Intimidad de los parques (basada en los cuentos “Continuidad de los parques” y “El ídolo de las Cícladas”, con Paco Rabal y Dora Baret). El propio Antín justificó su elección reiterada: “Me dije: éste es el escritor que tengo que filmar. Busqué un cuento que tuviera alguna relación conmigo, que yo pudiera haber escrito si hubiera escrito bien, y filmé ‘Cartas a mamá’. Después tuve la necesidad de divorciarme de su literatura. Todo lo que se me ocurría ya lo había escrito. O todo lo que leía de él me parecía que había que filmarlo. Entonces me di cuenta de que se trataba de una enfermedad profunda cuando él empezó a proponerme historias”.
La repercusión internacional de cuentos de Cortázar tuvo su esplendor, también en los años ’60, cuando Michelangelo Antonioni filmó su mítica Blow up basada en “Las babas del diablo” (donde el mundo que construye una fotografía puede competir con el de la realidad exterior a ella), con el protagónico de celebridades mundiales como Vanessa Redgrave y Jane Birkin. La época de oro cortazariana siguió con Weekend (de Jean Luc Godard, basada en “La autopista del sur”, actuada por Mireille Darc, Jean Yanne y Jean Pierre Leaud). Para corroborar que la cultura francesa ha sido, junto con la argentina, una de las más influidas por la prosa del escritor podría mencionarse también a Le fin du jeu (de Walter Renaud, basada en “Final del juego”, con Barbara Warner y Anne Laure Dizengremel). Como curiosidades de esta genealogía podrá mencionarse el corto Continuidad de los parques (de Fabián Bielinsky), la película Monsieur Bébé (de Claude Chabrol), la italiana L’Ingorgo (de Luigi Comencini, basada en “La autopista del sur”, nada menos que con Annie Girardot y Marcello Mastroianni), y la local Sinfín de Cristian Pauls (1986), de inspiración libre en el cuento “Casa tomada”. De allí en más sólo hubo algunas versiones menores, poco difundidas, como la norteamericana End of the game (sobre “Final del juego”), la lituana Autobús, basada en “Omnibus”, la australiana House taken over (sobre “Casa tomada”) y la paraguaya Sueños (sobre “La noche boca arriba”). Mentiras piadosas, de Sabanés, se propone recuperar lo mejor de una tradición.
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