Lunes, 26 de febrero de 2007 | Hoy
MUSICA › CONCIERTO GRATUITO EN BELGRANO
El show del bandoneonista y cantante tuvo momentos memorables. Berlingieri y Beytelmann estuvieron entre los invitados.
Por Karina Micheletto
Rubén Juárez es uno de esos personajes cuyo arte sobre el escenario trasciende lo puramente técnico. Excesivo, siempre al borde de su propia sensibilidad, capaz de llorar y maldecir en escena con la misma naturalidad con la que alaba a sus partenaires, despliega en cada una de sus presentaciones una serie de habilidades que lo transforman en lo que se conoce como showman. No fue sólo por eso que en la inauguración oficial del 9º Festival Buenos Aires Tango terminó haciendo poner de pie al público en un prolongado aplauso. Al frente del bandoneón, con su canto y su fraseo personalísimos, Juárez marca la cancha enseguida. El concierto que lo tuvo como protagonista, el viernes pasado en Belgrano, dejó un par de momentos memorables. Entre ellos, los cruces con algunos de los invitados de la noche, como los pianistas Osvaldo Berlingieri –una parte de la historia viva del tango, que los argentinos tenemos pocas oportunidades de escuchar– y Gustavo Beytelmann, radicado en París.
Los que llegaron hasta el escenario de Figueroa Alcorta y La Pampa (donde también está programado el cierre del festival, el domingo próximo) siguieron el concierto cómodamente instalados, sentados en el pasto; los más previsores, en sus sillitas plegables. El cielo de la noche calurosa y despejada no sólo ofrecía una luna recortada para la foto: también una cantidad de aviones que, a punto de aterrizar a escasos kilómetros del escenario, hacían sentir sus poco tangueras turbinas con continuidad, entre tema y tema.
Los primeros acordes –media hora más tarde de lo anunciado, cuando el público ya comenzaba a impacientarse– estuvieron a cargo del excelente sexteto del pianista Christian Zárate (Pablo Agri en violín, Horacio Romo en bandoneón, José Luis Colzani en batería, Ricardo Lew en guitarra, Daniel Nakamurakare en bajo). Entonces apareció el bandoneonista y cantor para abrir con “A mí no me hablen de tango”. Antes, las pantallas ubicadas a los costados del escenario habían mostrado imágenes de la vida y obra de Juárez, junto a sus maestros, amigos y colegas.
Enseguida, el músico radicado en Carlos Paz comenzó a oficiar de anfitrión de la noche, invitando a charlar a sus invitados en una mesa de bar ubicada en un costado del escenario, donde se fumaba y se tomaba champagne (una escena que seguramente se habrá repetido infinidad de noches, con sus variantes, en el Café Homero que manejaba Juárez). Así fueron pasando Javier Calamaro, en una versión de “La última curda” que quiso sonar muy compadrita; Celeste Carballo, que sorprendió con su versión de “Nada”; Lucila Juárez, hija del anfitrión, que llevó al concierto por otros ritmos, con el “Candombe para Gardel”, de Rubén Rada. Lo mejor llegó con el contrapunto entre el piano de Gustavo Beytelmann y el bandoneón y el tarareo de Juárez en “Palomita blanca” y, más tarde, con el cruce con Osvaldo Berlingieri, toda una institución del tango.
“Este es un tema de Troilo, no sé si lo tocará bien”, presentó Juárez a quien fue el pianista fundamental de la orquesta de Pichuco. La forma en que transitaron juntos “Los mareados” y “A la Guardia Nueva” fue una suerte de privilegio, probablemente irrepetible, para los que llegaron hasta esta parte de los Bosques de Belgrano. “Cuando empecé esta historia, uno de los grandes que me apoyaron fue el maestro”, agradeció Juárez, recordando las épocas de Caño 14. Aníbal Troilo, además, fue el padrino artístico del bandoneonista, y está siempre presente en el recuerdo de Juárez.
Otros invitados que se lucieron fueron Julio Pane y Pablo Mainetti, en un duelo de bandoneones con Romo y Juárez. Hubo tiempo para una extraña versión de “Luna tucumana”, de Yupanqui, para el homenaje a Eladia Blázquez que Juárez compuso junto a Chico Novarro, y para un final con bandoneón solo, que el público agradeció con un extenso pedido de bises. El próximo domingo transcurrirá en este mismo escenario el cierre del festival, con Iñaki Urlezaga y la Compañía Ballet Concierto. El programa incluirá una banda de sonido formada por una serie de tangos memorables, de Gardel y Le Pera hasta Piazzolla. Mientras tanto, habrá tango para todos los gustos en un Festival que guarda algunas perlas musicales para quien quiera ponerse a buscar.
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