Laura Yusem habla de su relación con el teatro oficial: “al Teatro San Martín lo siento como un lugar de pertenencia. Ahí aprendí mucho y tuve la oportunidad de dirigir obras que en otra parte no hubiese podido hacer: dos de Gorki, dos de Shakespeare, Strindberg, Chejov... Además me hace bien saber que el Complejo Teatral es un servicio a la ciudad, que es una buena causa. No estoy de acuerdo para nada con que sea la muerte artística dirigir o actuar ahí, como algunos dicen. Mi primer trabajo en el San Martín fue en 1964, en el ballet de Ana Itelman, el último fue la dirección de Lo que va dictando el sueño, de Griselda Gambaro. La primera vez que dirigí allí fue en 1981, cuando Kive Staiff me convocó para hacer en la Martín Coronado El casamiento, de Witold Gombrowicz, una obra casi imposible. Me gusta mucho el oficio, en el off, en el circuito oficial o en el comercial y en cada caso me gusta resolver los problemas que me plantean las obras. Igual, el resultado no está condicionado por donde uno estrene y el tiempo que ensaye. En el San Martín, se tiene la fecha de estreno y de finalización, y eso es algo que me da tranquilidad. Las obras terminan por muerte natural o por enfermedades terribles y algunas, como en este caso, porque desde antes de estrenarse ya tienen la fecha de la última función”.