CINE
Todavía no llegó, pero ya está dando que hablar. Se trata de Michael Moore, un Maquiavelo de la agitación publicitaria, que desde el primer día del festival está haciendo hablar a todo Cannes –desde las portadas de Variety, Screen International y The Hollywood Reporter, entre los principales trade papers– de su nuevo documental, Sicko, con estreno mundial previsto aquí en La Croisette para el próximo sábado. Con la ayuda del productor Harvey Weinstein, que ya aterrizó en Cannes con una legión de abogados y agentes de prensa (entre ellos algunos de los que formaron parte de la última campaña presidencial de Al Gore), Moore planea hacer con su nueva película al menos el mismo ruido que hizo aquí con Fahrenheit 9/11, aunque en este caso no compita por la Palma de Oro, la misma que ganó en el 2004. El documentalista está aprovechando que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha decidido investigarlo por la posible violación del embargo comercial que rige para Cuba. Sucede que para Sicko –un film que trata sobre la salud pública en los Estados Unidos– Moore llevó a La Habana a un grupo de sobrevivientes del ataque a las Torres Gemelas, para que siguieran allí un tratamiento médico. No falta en Cannes quien sospecha que se trata apenas de una tormenta en un vaso de agua, pero para The Hollywood Reporter Moore es “un equivalente cinematográfico de Mark Twain, alguien que usa el humor y la imaginación para poner su dedo en el ojo del establishment en nombre de la gente común”.
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