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Sábado, 26 de mayo de 2007

TEATRO

La ficha

Las historias de Frankie Kein y de Manuel Arte comenzaron en La Habana, pero se cruzaron por primera vez en Miami. Manuel tenía un prometedor futuro como pianista: en 1961 ganó la beca nacional de piano de Cuba para ir a estudiar al conservatorio de Madrid. Salió con cinco dólares que le daba el gobierno en el bolsillo, sus partituras y la ropa que llevaba puesta. De regreso a la isla caribeña, decidió descender del barco en una escala que éste hacía antes de llegar y emprender su aventura americana: había arribado a Nueva York. “Pasé muchas vicisitudes –relata Arte–; me bajé de ese barquito sin conocer a nadie; no sabía dónde estaba parado ni hablaba una palabra en inglés. Tenía 20 años pero era un chiquillo; me creía que todas las mujeres eran vírgenes, que no había maldad, que todo era color de rosa. Me vi batallando muy duro, en lugares horribles.” Ese chico reservado que había dedicado su adolescencia al piano decidió inscribirse en la carrera de arte dramático en una universidad de Miami. Fue allí, en una clase de actuación, donde conoció a Frankie, un bailarín clásico que había arribado a Estados Unidos en 1967, a los 11 años, acompañado de su padre. Frankie había descubierto el transformismo a los 16, en una discoteca, espiando de colado junto a un grupo de amigos. “No era un espectáculo fabuloso, pero me engañó. Yo pensé que eran mujeres. Eso me quedó en la cabeza; no lo viví como travestismo, sino como una manifestación artística”, recuerda Kein. Tiempo después, él mismo comenzaría a imitar a Liza Minnelli para divertir a sus amistades. Tenía 17 años cuando le propuso a Manuel armar un espectáculo. “El que no se arriesga no cruza el río”, le dijo. Manuel dudó en aceptar la propuesta; tendría que dejar su empleo estable en el banco y también a sus alumnos de piano y sus trabajos en teatro. Pero se arriesgó. La dupla debutó en Nueva Orleáns y más tarde llegó a La Florida con Un tributo a Liza Minnelli. “Fue el éxito más grande que hubo en la historia de Miami, en la época en la que todavía existían los espectáculos”, afirma Arte. Ambos recuerdan su presentación en Buenos Aires, en 1978, como el primero de sus grandes éxitos en las principales ciudades del mundo. Cuando regresaron a Estados Unidos, la fama ya estaba de su lado. Actualmente, Kein y Arte son los artistas más distinguidos en su género.

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