DANZA
Omar Suárez, dueño de Cocodrilo, se atribuye la importación de la técnica del baile del caño hace diez años, para agregarlo a un panorama de bailes eróticos que hasta entonces remitían al “strip dance, el bikini open, la remera mojada y la elección de la mejor cola”. “Tinelli logró captar la atención del público desde otra óptica a la del boliche. Pero es el rating minuto a minuto –dice– el que decide qué les sirve más, qué les sirve menos.”
–¿Qué diferencias existen entre el caño del boliche y el de la televisión?
–El real no es tan fuerte ni con tanta pirueta. El tipo mira de abajo y ve a la mujer de una manera distinta a cuando está bailando en una pista. El caño es como un juguete que la chica utiliza para seducir al hombre, como un aditivo que está entre él y la mujer. Todo lo que se adicione a la pareja y al sexo le da un tono más sexy. La mujer lo toca, lo acaricia y ratonea al tipo. En la tele llegan más lejos. No hace falta mostrar las lolas para un baile del caño. Acá se trata de seducir y mostrar hasta ahí, para que el tipo se haga la cabeza.
–¿Participa de algún modo en la polémica en torno del caño?
–Siempre hay alguien que tiene algo para decir. Pero hay dibujitos a las cinco de la tarde donde viven matando gente. Ahí tendría que estar el Comfer.
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