- Trabajaba en televisión, haciendo bolos, figurando en el fondo de una toma. Empezaba a autoabastecerse. Se entrenaba en el medio, esperaba el momento de pasar a un primer plano.

- En su segunda vida, llegó la explosión mediática en la TV. Fue una especie de torbellino. Se conformó una generación que hizo mucho ruido. Les pusieron el mote de galancitos, “como si no nos diera el piné para ser galanes”, dijo una vez. Las chicas los corrían; se sucedían las temporadas en Mar del Plata; componía una troupe de actores estelares, afines al género de la telenovela y al romance con una diva; no duraría mucho más.

- Luego fue el galán de Andrea del Boca en Estrellita mía. Fue un salto a la repercusión masiva internacional. No parecía del todo cómodo en un rol de compromiso actoral moderado. Pero nunca dejó de reconocer que la experiencia le dejó “mucha cancha, mucho oficio”.

- Su primera etapa en el cine fue en películas con mucha acción o comedias, como La carpa del amor, de Adolfo Aristarain; La rabona, de Mario David, y Revancha de un amigo, de Aníbal Di Salvo. Todavía quedaba relegado a una cierta predisposición a la comedia, o a la acción, o el romance como en Los amores de Laurita.

- Su quinta vida lo ubicó en la seguidilla de películas de Fabián Bielinsky y Juan José Campanella, como El mismo amor, la misma lluvia, El hijo de la novia, Luna de Avellaneda y Nueve Reinas, que le permitieron empezar a desplegar su talento y versatilidad actoral. “Fue, como dicen, el comienzo de mi internacionalización”, reconoció.

- La sexta lo consagó en España, donde es sin duda el argentino más famoso, luego de la inmensa repercusión de sus últimas películas, sobre todo Nueve Reinas, y de la temporada que hizo con Germán Palacios y Oscar Martínez de la obra Art.

- La séptima acaba de empezar: es testigo de sus inicios en la dirección, manejando un equipo completamente armado por Mignogna, y a la vez protagonizando La señal, junto a Diego Peretti y Julieta Díaz.