Alguna vez se llamó Ricky Schroder y fue, en películas como El campeón, un no tan lejano antecedente de Macaulay Culkin y otros insoportables en frasco chico. El tiempo pasó, el muchacho va para los 40 y hace rato que dejó el diminutivo de lado: ahora es Rick Schroder, y debe decirse que los peores pronósticos no se cumplieron. Lejos de la hiperkinesis de un Mickey Rooney y otros niños contra reloj, en El último batallón Rick luce una parca, asentada sobriedad. Dirigida por el australiano Russell Mulcahy (realizador, años ha, de Razorback y Highlander), este telefilm editado por el sello AVH narra una acción suicida que los altos mandos yanquis encomendaron a un escuadrón de 800 soldados apostados en Francia, a fines de la Primera Guerra. Si las trincheras embarradas y la locura del mando traen inevitables recuerdos de La patrulla infernal, el medio tono épico y fotográfico hace pensar en The Lost Bataillon como posible piloto para una Band of Brothers de la Primera Guerra.