Ernestina debutó profesionalmente en la TV como notera de La biblia y el calefón, a mediados de los noventa, siendo “la hermana de...”. A partir de allí, comenzó una carrera que en la pantalla chica tuvo un fugaz paso por Una para todas (producida por Andrea Stivel, la esposa de Guinzburg) y un par de temporadas de Sabés o sonás, el programa de preguntas y respuestas que condujo junto a su hermana Federica. No en vano, entonces, posee una estrecha relación profesional con Guinzburg. Aun cuando es un secreto a voces en el medio que la dupla suele sostener fuertes discusiones. “Es verdad que discutimos mucho, pero de la misma manera que lo hago con mi mamá”, confiesa. “En los grupos donde no se discute –analiza– es donde está todo mal. No podés no discutir con quien convivís cinco horas diarias. Yo llegué a estar diez horas por día con Jorge cuando hicimos radio en Mitre. Si no discuto, me vuelvo loca. No podés estar siempre de buen humor y que todo lo que te diga te encante. Lo sano de nuestra relación es que cuando hay algún problema, nos lo decimos. Pero también debo confesar que tengo cierta venia: ¡puedo decirle de todo! Corro con esa ventaja, pero porque es imposible que yo lo traicione. Jorge es una persona en la que confío ciegamente: es familia.” Y, como a lo largo de toda la nota, no oculta su agradecimiento. “Yo podría haber sido su polla toda la vida y, sin embargo, me propuso ser su coconductora cuando ni yo me sentía preparada para ese rol.”