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Sábado, 29 de septiembre de 2007

MUSICA

Pensar en voz alta

–¿Cuál es su último disco?

–El canto de Salta, que preparamos con el Dúo Salteño. Me mandaron dos ejemplares desde Buenos Aires y uno me lo robaron en el correo. Pero hicieron bien: robaron lo justo. Así escuchan ellos y escucho yo. ¿Para qué quiero más, no es cierto?

–¿Por qué casi no sale de Salta? ¿Por qué se presenta tan poco en público?

–¿Y para qué voy a irme si aquí estoy bien, eh? Estudié diez años en La Plata y me sentía morir. Cuando me voy por poco tiempo me sostiene mi euforia. Pero Buenos Aires es como un hormiguero pateado: todos salen espantados a la calle y no saben adónde ir. Además, soy un tipo embromado porque pienso en voz alta. Y como no entro en trenzas, no me dan teatros para mis espectáculos.

–En sus palabras se nota un resentimiento hacia Buenos Aires...

–No, mire: yo siento a Salta como a una cosa complicada. Acá hay un paisaje, un clima, un tipo de gente y un tiempo provinciano que corre lentamente. Yo necesito todo eso para pensar, para reflexionar. Sólo así puedo componer, vivir. ¿Conoce usted algún porteño que mire el cielo? Ni los aviadores. En cambio, acá se toma vino, se saluda a todos, todo es chico y queda cerca, nadie se apura inútilmente y las cosas están hechas a la medida del hombre. Yo creo que si la libertad es la facultad de vivir como uno quiere, ¿cómo va a vivir uno como un muñeco?

–Es decir que para usted Buenos Aires es un conglomerado de gente que vive como marionetas.

–No sé, pero los porteños comen para alimentarse, yo quiero comer lo que es rico.

* Fragmento de una entrevista publicada en la revista 7 días de 1971, realizada por Oscar Giardinelli.

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