Martes, 30 de octubre de 2007 | Hoy
TELEVISION › OPINION
Por Martín Becerra *
Mientras los rumores sostenidos en declaraciones del electo jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, insisten con el próximo cierre de la señal de televisión por cable Ciudad Abierta, el presidente brasileño Lula da Silva, citado como paradigma de mesura política, anunció la creación de un canal público no gubernamental de televisión de alcance nacional en Brasil.
La iniciativa de Lula es auténticamente vanguardista para América latina, donde en materia audiovisual lo público siempre fue reducido a lo estatal y lo estatal, a lo gubernamental. El proyecto garantiza al nuevo canal de televisión la independencia del Poder Ejecutivo mediante la dirección de un consejo en el que no sólo participan representantes electos por la ciudadanía (gobierno, parlamentarios), sino también organizaciones con experiencia en el campo no lucrativo de la comunicación social.
El nuevo canal público brasileño está inspirado en el célebre modelo de la televisión pública europea. ¿Qué televisión estatal latinoamericana hubiera enfrentado con la verdad al gobierno del que depende en un tema central de su agenda, como lo hizo la BBC cuando el ex primer ministro británico Tony Blair anunció que se aliaría con los Estados Unidos para invadir Irak con el embuste de las presuntas armas químicas? La independencia editorial, tanto del gobierno como de los grandes anunciantes publicitarios, la búsqueda de la calidad, el respeto por la audiencia y la necesidad de garantizar la cobertura en todo el territorio son principios fundantes de la noción de servicio público para medios de comunicación.
Cierto es que el canal de televisión de cable porteño Ciudad Abierta ha permanecido alejado de estos principios, comenzando por la dependencia directa de la Jefatura de Gobierno (no es un canal público no-gubernamental); continuando por la obstinada inacción de la Legislatura porteña que, desde 1997, desatiende la necesaria reglamentación del artículo 47 de la Constitución de la ciudad que estipula la creación de un ente autárquico y público para gestionar los medios del Estado local (Radio Ciudad, Ciudad Abierta), y finalizando con la sumisión con la que los diferentes gobiernos de la ciudad negociaron la ubicación del canal en un remotísimo paradero de la grilla de programación con los operadores de cable del distrito.
Sin embargo, y con esas limitaciones estructurales, Ciudad Abierta es un archivo viviente de las expresiones culturales variopintas que coexisten en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, no persigue fines de lucro y puede potenciarse como herramienta educativa e informativa.
La recurrente alusión a la modernidad progresista que los países hermanos habrían alcanzado podría alguna vez iluminar las gestiones de gobierno nacional y provincial en la Argentina para impulsar políticas de servicio público en los medios de comunicación. Con ello se complementaría la potencia de un sistema de medios que hoy sólo posee una impronta de tipo comercial lucrativo y, por cierto, se evitarían los vaivenes de la contingencia electoral preservando áreas tan sensibles como la comunicación y la cultura.
* Profesor-Investigador de la U. Nacional de Quilmes, Conicet.
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