Entre cientos de participantes la mayoría, llegó al concurso más por admiración hacia sus promotores que por la ambición de un premio que entonces planteaba sólo cuatro funciones. “Era el honor de hacer el repertorio de Les Luthiers –explica Maida Andrenacci–, pero también está nuestra responsabilidad artística de hacer lo de ellos, sin ser ellos, y poder no ser comparados. Yo encontré lo del concurso chusmeando por Internet y cuando vi la convocatoria no lograba imaginarme qué podría hacer, porque las obras de Les Luthiers tienen muchos personajes femeninos, pero medio escondidos, como fantasmitas. La cosa era ver cómo se le podía encontrar un espacio a una mujer en todo esto. Me tiré y me presenté, pero sobre todo a jugar y con muchas ganas de aprender. Todavía siento que estamos jugando...” “Yo me recibí de director de orquesta, pero paralelamente fui desarrollando la actuación y el humor, aunque de manera informal –cuenta Juan Ignacio Guerra–. Siempre me gustó hacer reír y con un amigo, también director de orquesta, hicimos un dúo, Il Duodeno Muscista, con el que laburamos inspirados en ese humor musical, en esa mezcla. Así desarrollamos un espectáculo, que montamos humildemente. Me presenté al concurso; sabía que había muchos y era difícil ganar, pero fueron pasando las etapas y acá estoy. Es una alegría enorme hacer esto, acá hay mucho disfrute.” “Yo me enteré del concurso muy cerca del término de inscripción –cuenta Pablo Ravinovich– y enseguida armé un video para presentar. Quería hacerlo, tenía muchas esperanzas. Crecí escuchando a Les Luthiers, conocía sus temas y siempre fueron una referencia. Eran mi sueño imposible, quería simplemente hacer lo que hacen ellos... No se trata de querer ser Les Luthiers, lo que más nos incita a seguir con esto es hacer las obras de ellos, sin ser ellos, pero inspirándonos en ellos. Tenemos un respeto muy especial hacia sus obras. Con esto, el premio está pagado con creces.”