Hace tiempo que Héctor Manuel Vidal dejó la actuación. En los últimos años sólo compuso roles pequeños en algunas de sus puestas, y por circunstancias especiales. En Galileo Galilei, de Bertolt Brecht; y Rompiendo códigos, de H. Whitemore, trabajo premiado con el Florencio Sánchez 1994. De este autor, montó también Paquete de mentiras (sobre un caso real de espionaje en Inglaterra) para la Comedia Nacional. Vidal cuenta que tiene una larga lista de preferidos y lo demuestra en sus montajes, numerosos y diferentes. Esta primera presentación suya en Buenos Aires se debe –más allá del apoyo institucional, incluido el español– a un acuerdo con el Teatro del Sur (de Alberto Félix Alberto) y la Red de Promotores Culturales de Latinoamérica y el Caribe. Vidal trabajó en Costa Rica, en la Universidad y en la Compañía Nacional, a partir de 1985. El director ironiza sobre aquella circunstancia: entonces se restablecía el sistema republicano democrático en Uruguay –después de trece años de dictadura militar, de 1973 a 1985– y él partía a Centroamérica. “Los exiliados uruguayos que habían trabajado allá me recomendaron”, comenta divertido. Por Costa Rica habían pasado, entre muchos otros, el actor y director Júver Salcedo y el director Atahualpa del Cioppo.