Sábado, 29 de marzo de 2008 | Hoy
MUSICA
Desde sus comienzos había tocado temas controvertidos. Cristo Rock, su primer álbum, aparece cuando aún estaba la dictadura de Lanusse. Tuvo algunos problemas en ese momento...
–Tanto es así, que en Microfón me firman para tres LP, y después de Cristo Rock sólo consigo hacer dos simples, “Amame Nena” y “Miguel se volvió loco”, y nunca más, hasta que se venció el contrato. Me lo dijeron directamente, si no cambiaba la línea musical, no podía grabar. Yo dije “no la voy a cambiar”, y tuve que esperar hasta el ’76. En ese momento firmé con EMI y grabé “Sentado en el umbral de Dios”. En realidad el disco se llamó Porchetto, pero para mí el título era ese, me convencieron de que le pusiera mi nombre porque hacía mucho que no sacaba un disco, para que la gente me reconociera.
–Seguramente por las mismas razones que Cristo Rock, les resultaba espinoso un título en la portada con la palabra “Dios”.
–Siempre tuve problemas con la cuestión mía de la espiritualidad. Cuando el año pasado presento Yo soy en el Molière, como era una obra integral alguien hizo un comentario relacionándolo con Cristo Rock. No sé quién lo asoció con eso, y llamaron amenazando que iban a quemar el teatro si llegaba a tocar Cristo Rock. Yo no lo podía creer, ¡en el 2007!
–Será que el título sigue causando resquemor en ciertas mentalidades ultramontanas...
–En la época de Cristo Rock hice una nota con un periodista de la revista Esquiú y me dijo: “Usted sabe que si fuera la época de la Inquisición lo hubieran quemado vivo por este disco, ¿qué piensa?”. Yo le respondí: “Me alegra mucho que no sea la época de la Inquisición, no por mí, sino porque tienen un asesinato menos en su haber”. El tipo se levantó y se fue.
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