La multitud de Tunnick
El desnudo artístico de Spencer Tunnick se concibe en masa, como expresión fotográfica de la esencia de una ciudad y su gente. Tunnick, fotógrafo, les pide que se desnuden de a quinientos y los agrupa en zonas emblemáticas de cada urbe. Tunnick, petiso y gordito, se dice deslumbrado por el desnudo ajeno; empezó fotografiando a sus propios amigos hasta que los juntó de a 25 por vez... Y así fue como empezó a viajar por el mundo, arrodillando a multitudes (reclutadas por avisos en diarios y cadenas de mails), amontonándolas junto al Obelisco (como pasó aquí en 2002), en parques, avenidas, costas de río, playas y subtes en horas pico. El desnudo pensado por Tunnick es algo amorfo, confundiendo la anatomía en la masa, mezclando miembros, partes, extremidades, torsos y protuberancias en una amalgama común que pretende menos excitar que distorsionar formatos originales, preconcebidos. Este desnudo es un elogio de la flaccidez, tal vez un retrato hiperrealista de multitudes marcadas por sus rollos y sus estrías, allí donde ninguno es un modelo profesional y la mayoría es amateur, donde se juntaron más para perder tiempo o pasar el rato que para posar o contemplarse. Tunnick les habla por altoparlante, y la multitud responde. Un mes después, cada uno recibirá su propia foto del amontonamiento... y llega por e-mail.