Bartís ofrece un par de reflexiones sobre las dificultades del teatro independiente: “Parecería que los actores están dispuestos a pasar de un circuito teatral al otro, porque ya no hay un gesto poético –político– de fractura con un orden dado que afirma otro territorio. Desde el Sportivo Teatral, nosotros discutimos esa posición: para desarrollar ciertos lenguajes y proyectos no se puede estar en ciertos lugares. Por eso defendemos nuestras salas. ¿Hasta adónde vamos a aceptar el marco esquizofrénico que nos dice que nos van a legalizar, a habilitar nuestras salas si cumplimos con esta u otra disposición? Encima, ahora la Secretaría de Cultura de la ciudad, junto con Proteatro, nos propone (a los miembros de Artei, teatristas independientes) hacer un festival para darle visibilidad al teatro independiente. ¿Le vamos a financiar ese proyecto para hacer ver que existimos? Mientras los políticos robaban y diluían el sistema social, nosotros organizábamos el tejido a través del fenómeno cultural. Nosotros no tenemos que explicar nuestra existencia. Pero no entramos en el modelo, porque ellos no entienden nada de lo que no está hecho para facturar”.