Sábado, 7 de mayo de 2005 | Hoy
ASTRONOMIA: PRIMERA FOTOGRAFIA DE UN PLANETA EXTRASOLAR
Por Federico Kukso
La trascendencia de un acontecimiento suele ser valorada recién una vez que la carga de presente que colma a todo acto o evento se desvanece para siempre en el río de la memoria. De modo tal que cuando se lo recuerda y, así se lo rescata del fondo escénico heterogéneo y rugoso llamado vida, el mundo entero ya está sumido en los vaivenes olvidadizos propios del correr de los tiempos.
Ocurrió, ocurre y volverá a ocurrir sin que por eso pierda su inevitabilidad: tal vez no dentro de un mes, un año o una década, pero en algún momento la importancia del primer avistaje directo de un planeta fuera del sistema solar será incansablemente resaltada y repetida en libros, bases de datos o cualquier otro soporte de intercambio cultural que se ponga de moda. Al ritmo emprendido desde hace cuatrocientos años —cuando Galileo levantó al cielo su primer telescopio– y luego pasmosamente acelerado en el siglo XX, esta ahora intrascendente pero pronto valiosa imagen se veía venir. No será la última, pero sí fue la primera: la semana pasada la imagen de un tenue punto rojo en las cercanías de una enana marrón denominada simplemente 2MASSWJ1207334-393254 (situada a 230 años luz de la Tierra, en la constelación de Hidra) recibió después de dos años de rauda confirmación el título de “primera fotografía de un planeta extrasolar”.
Los recién iniciados en esta cuestión creerán que la foto fue tomada hace apenas unos días, pero no: el equipo capitaneado por Gael Chauvin y Christophe Dumas (del ESO, European Southern Observatory/Observatorio Europeo Austral) encontró este sistema planetario perdido en la inmensidad y vastedad del cosmos hace más de un año. La noticia no repercutió mucho y casi no causó ningún alboroto salvo por la manera poco usual en que se lo detectó: en vez de depositar toda la atención en la estrella y rezar para advertir en ella cierto bamboleo (producido en ese caso por la atracción gravitatoria ejercida por algún planeta en el vecindario), apuntaron toda la tecnología del Very Large Telescope en el norte de Chile al sistema planetario entero (el registro gráfico directo de los planetas es de lo más dificultoso por lo tenue de su imagen en comparación con la de su estrella, y porque su luz podría mezclarse con la luz de la estrella que llega a la Tierra). Desde entonces, la imagen y el planeta, hasta ahora llamado “acompañante candidato a planeta gigante” (tiene cinco veces la masa de Júpiter y está, respecto de 2M1207, 55 veces más lejos de lo que está la Tierra en relación con el Sol), atravesaron un duro proceso de confirmación y de observaciones regulares, para ver si en verdad estaba ahí dando vueltas. Y así fue: para alegría de estos cazadores de planetas, miles de fotografías y análisis espectrales confirmaron que seguía allí, sin advertir las curiosas impertinencias terrestres.
Hace diez años que la respuesta a la pregunta “¿cuántos planetas existen?” cambió definitivamente: ya muchos chicos responden “más de cien”. Y están en lo cierto. Según la Enciclopedia de planetas extrasolares que lleva rastro de cada uno (en cfa-www.harvard.edu/planets/), para fines de 2004 se conocían 133 planetas fuera de nuestro sistema solar en 117 sistemas. Casi nada si se tiene en cuenta el hipotético censo galáctico; se supone que hay unos cientos de miles de millones de galaxias en el universo y que la Vía Láctea tiene no menos de cien mil millones de estrellas. Si cada una de ellas tuviera tan sólo un planeta el número sería monstruoso. Claro, ninguno de esos mundos perdidos será idéntico a la Tierra. Cada uno tendrá algo de especial, con su propio y maravilloso cielo nocturno. La mayoría de ellos seguramente serán hostiles, harapientos, extremadamente ventosos o con temperaturas más altas de las aconsejadas por las buenascostumbres. Pero entre tantos cuerpos descartables, a lo mejor haya uno, tan sólo uno, que cumpla los altos requisitos humanos de habitabilidad.
“Llegará una época en la que nuestros descendientes se asombrarán de que ignoráramos cosas que para ellos son tan claras”, exclamó hace tiempo Séneca. Con el avistamiento directo del planeta 2M120tb, la naturaleza es cognosciblemente un poquito más abierta y la ignorancia humana algo menos calamitosa.
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