HISTORIA DE LA CIENCIA: MARIA GAËTANA AGNESI (1718-1799)
› Por Gimena Fuertes
A mediados del siglo XVIII existió una joven matemática que, a pesar de haber sido apodada como “la bruja” fue premiada por el Papa. Se llamaba Maria Gaëtana Agnesi y escribió el primer texto pedagógico sobre el cálculo diferencial e integral, en el que se trataban además las series infinitas y las ecuaciones diferenciales. Sus tratados se enseñaron por más cincuenta años en las universidades europeas y se convirtió en la más ilustre matemática del imperio de Habsburgo, hoy Italia. Hacia el final de su vida, esta matemática dejó de lado una abundante herencia familiar y el prestigio de la academia para cuidar a mujeres enfermas y moribundas. Esta es la historia de Maria Gaëtana Agnesi, la mujer que desarrolló una curva con forma de campana a la que, por los sortilegios de los idiomas, terminaron llamando “bruja”.
La educación y el desarrollo del pensamiento fueron privilegio exclusivo de las clases acomodadas y del género masculino a lo largo de la historia de Occidente. Hasta principios del siglo XX, muy pocas mujeres recibían educación básica y el acceso a estudios más avanzados era bloqueado. A pesar de esta discriminación, los aportes de las mujeres a la ciencia han sido muchos, pero muy pocos han sido considerados por la historia. Pero la Italia del 1700 fue una excepción en la que reinaba un ambiente académico, propio del Renacimiento, propicio para el desarrollo de las ciencias y el pensamiento crítico. Allí nació Maria Gaëtana, el 16 de mayo de 1718 en Milán. Su padre, un próspero comerciante de sedas, fomentó la educación de la primera de sus 21 hijos. El hogar de la familia Agnesi era lugar de reunión de los intelectuales más distinguidos de la época, por lo que, en sus años de adolescencia, Maria Gaëtana discutía con ellos sobre distintos temas de filosofía y matemáticas abstractas. Inquieta como pocos, estudió por su cuenta a Descartes, L’Hôpital, Newton, Leibniz, Reyneau, Euler, entre otros. Fue Ramiro Rampinelli, un amigo de la familia, quien la estimuló a escribir una serie de complejos ensayos de ciencia natural y filosofía, Propositiones Philosophicae, que publicó en 1738 a sus 20 años. Maria Gaëtana se dedicó durante los próximos diez años a escribir su trabajo más importante, Istituzioni analitiche ad uso della gioventù italiana, el primer texto para estudiar el cálculo diferencial e integral, en el que se trataban además las series infinitas y las ecuaciones diferenciales. El libro se caracteriza por presentar los métodos y tratados matemáticos en una forma clara, precisa y bien organizada, orientada hacia el aprendizaje del cálculo. Incluía muchos ejemplos y problemas cuidadosamente seleccionados para ilustrar las ideas, métodos originales y generalizaciones. En alguna de sus biografías se asegura que María Gaëtana había comenzado a escribir su gran obra como una distracción y con la intención de transmitirles a sus hermanos más pequeños sus conocimientos.
El primer volumen de Instituzioni... fue considerado el texto matemático más completo de la época. Traducido a varios idiomas, fue utilizado como manual en las universidades de distintos países hasta incluso cincuenta años más tarde. En 1749, la Academia de Ciencias Francesa escribió acerca de su brillante libro: “Este trabajo se caracteriza por su cuidadosa organización, su claridad y precisión. No existe otro libro, en lenguaje alguno, que le permitiría a un lector penetrar tan profundamente, o tan rápidamente, dentro de los conceptos fundamentales del análisis. Consideramos ese tratado el más completo y mejor escrito de su estilo”.
En el libro se incluye también una discusión de una curva cúbica, a la que se terminó por llamar “bruja”. El debate sobre esta curva fue una de las contribuciones menores de Maria, que ya había sido discutida por Fermat en 1703. La curva es una aproximación de la distribución del espectro de la energía de los rayos X y de los rayos ópticos, así como de la potencia disipada en los circuitos de alta frecuencia de resonancia. Grandi la construyó por primera vez en 1718 y le dio el nombre de “versoria” o “versiera”, que significa en latín “doblar” o “voltear” debido a su forma de campana. John Colson, profesor de matemáticas de la Universidad de Cambridge, tradujo el libro de Agnesi al inglés y lo publicó en 1801. Colson fue el culpable de la denominación de “bruja” a la curva y, en consecuencia, a su difusora, ya que confundió el término “la versiera” por “l’aversiera” que significa bruja o esposa del demonio o hechicera. Colson encontró este trabajo tan excelente que, a una edad avanzada, decidió aprender italiano con el único fin de traducir ese libro “para que la juventud inglesa pudiera beneficiarse de él, como lo hacen los jóvenes de Italia”. Traducciones y ediciones posteriores han mantenido el término e inmortalizaron a Maria Gaëtana como “la bruja”.
En 1749, el papa Benedicto XIV, quien era fanático de las matemáticas, le obsequió una medalla de oro y una corona de oro adornada con piedras preciosas por la gran contribución que representó su libro. Un año más tarde le ofreció un puesto en la Universidad de Bolonia para enseñar matemáticas y ciencias, lo que hubiera ubicado a Maria Gaëtana en una posición atípica para la época. Según muchos biógrafos, el hecho de que no exista evidencia alguna que indique que Maria Gaëtana se trasladó a Bolonia demuestra que no aceptó la oferta, aunque sí permaneció vinculada con los asuntos académicos de la universidad durante 45 años.
En 1752, cuando falleció su padre, Maria Gaëtana se retiró de la vida pública y abandonó el trabajo científico. En 1762, la Universidad de Turín le pidió su opinión acerca de los artículos recientes del joven Lagrange acerca del cálculo de variaciones, a lo que ella respondió: “Ya no me interesan esas cosas”.
En sus últimos 47 años de vida, “la bruja” se dedicó al cuidado de los pobres y mujeres enfermas. Donó todo su dinero, la medalla de oro y la corona de oro adornada con piedras preciosas del papa Benedicto XIV, una caja de cristal adornada con diamantes y un anillo que le había regalado la emperatriz María Teresa de Austria por su libro, para aportar a su trabajo con las mujeres enfermas y pobres en la casa Pío Instituto Trivulzo, donde se desempeñó como directora. Luego de una larga enfermedad debido a la hidropesía, murió el 9 de enero de 1799. Su cuerpo yace en una fosa común con 15 mujeres de la institución en un cementerio de las afueras de Roma.
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