futuro

Sábado, 7 de agosto de 2010

EL JUEVES, ESPECTACULO EN EL CIELO

Cuatro planetas y la Luna

 Por Mariano Ribas

Desde hace algo más de una semana, la maquinaria astronómica nos está ofreciendo un espectáculo por demás inusual: al anochecer, cuatro planetas –de los cinco que podemos ver a ojo desnudo– están instalados en el cielo del Oeste. Y día a día vienen cambiando ligeramente de posición, unos respecto de otros, debido a sus propios movimientos orbitales (y también, claro, por el propio movimiento de la Tierra). Es una hipnótica caravana de mundos vecinos: Mercurio, el brillantísimo Venus, y los más pálidos Marte y Saturno. Una formación que se viene haciendo cada vez más compacta, y a la que, muy pronto, se le sumará una invitada por demás especial: la Luna.

Será el próximo jueves, un rato después de la puesta del Sol. Y valdrá la pena salir a mirar: hacia las 19.00, los cuatro planetas y la Luna ocuparán una franja celeste de sólo 20 grados. Más o menos el tamaño de dos puños estirados hacia el cielo. Habrá que buscarlos a mediana altura sobre el horizonte del Oeste. Y la mejor guía, lógicamente, será la Luna. Y también, este gráfico que hemos armado especialmente para la ocasión.

La cosa será así, mirando desde el horizonte hacia arriba: Mercurio se ubicará a 18 grados de altura; la Luna, bastante más alta, a unos 30 grados por encima del horizonte, e iluminada en un 12 por ciento. En fina fase creciente, y con su famosa “luz cenicienta”, ese mágico resplandor grisáceo completando su globo (y que no es otra cosa que luz que recibe, reflejada, desde la Tierra, a su vez iluminada por el Sol). Seguimos: a varios grados a la “derecha” de la Luna, veremos un brillante punto de luz amarillenta. Ese será Saturno. Y por encima del planeta anillado, el inconfundible y súper luminoso “lucero”. O sea, Venus. Y ahí nomás, apenitas dos grados por encima, Marte, el más pálido del quinteto, pero de claro color anaranjado, y bastante brillante a pesar de todo. Del quinteto de planetas observables a simple vista sólo nos faltará Júpiter. Si quiere verlo, bueno, tendrá que esperar hasta las once de la noche, cuando asomará por Este. Y muy brillante (casi tanto como Venus).

Si el jueves llegase a estar nublado, al día siguiente tendremos otra chance de ver la caravana, aunque ya no será tan compacta, más que nada porque la Luna trepará a lo más alto del grupo, ubicándose unos grados por encima de Venus y Marte.

Obviamente, todo este despliegue astronómico no será más que un simple juego de perspectiva: los cinco astros estarán más o menos en la misma dirección visual, pero a distancias completamente diferentes de la Tierra. La Luna, a escasos 359 mil kilómetros; Venus, a 110 millones de kilómetros, y Mercurio, un poquito más atrás, a 120, y Marte, a 306 millones de kilómetros, casi su máxima distancia posible de la Tierra (de ahí su aspecto modesto). Pero nada es nada al lado del pobre Saturno, que estará perdido allá en el fondo, a 1535 millones de kilómetros. O dicho de otro modo, más de 4000 veces la distancia a la Luna. Distancias para masticar y meditar mientras disfrutamos, a simple vista, de uno de los mejores shows celestes de 2010.

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