futuro

Sábado, 2 de noviembre de 2002

ANTICIPO: EL DIALOGO DE UN CIENTIFICO Y UN FILOSOFO

La polémica por el cerebro

La naturaleza y la norma
Lo que nos hace pensar
Jean-Pierre Changeux/Paul Ricoeur
318 páginas

Por Martín De Ambrosio

Podrán entenderse en un diálogo, por extenso que fuese, un filósofo y un científico que se dedica a las neurociencias? ¿Serán finalmente incompatibles sus discursos? ¿O podrán encontrarse en algún momento, dado que, en definitiva, están hablando de la misma cosa? Y, por otra parte, ¿es posible una ética basada en la “naturaleza biológica”? Es decir, ¿existen predisposiciones neurales al juicio moral?
El desafío queda picando desde la misma presentación del libro –que en estos días comienza a distribuir el Fondo de Cultura Económica– en el que el neurobiólogo Jean-Pierre Changeux (autor de El hombre neuronal) y el fenomenólogo Paul Ricoeur (Tiempo y narración, entre muchísimos otros) discuten sobre cómo pensar al cerebro, y sobre qué posibilidad hay de que en definitiva la moral sea, también, el fruto de la evolución de las especies.
La postura que sostiene Changeux en todo el diálogo, y con numerosos ejemplos, se puede resumir así: es posible descubrir “en qué medida se puede arraigar lo normativo en la evolución biológica y en la historia cultural de la humanidad.” En ese mismo sentido se pregunta: “¿será posible elaborar una nueva ética que (...) extienda por medio del aprendizaje los instintos sociales de simpatía que tienen su origen en la evolución de las especies?”
Para Ricoeur, en cambio, la insinuación de que la moral es un producto de la evolución es, digamos, post facto. Es que, para él, lo que hace Changeux es “partir de una posición moral admitida y buscar sus antecedentes biológicos” y eso –por lo menos– no es lícito. Y, en ayuda de su argumentación, recurre al paleontólogo Stephen Jay Gould quien señala el artificio de considerar al hombre como el punto cúlmine de la evolución, desdeñando a las otras especies vivientes en la actualidad, desde las bacterias hasta los elefantes, pasando por los gusanos.

El programa de las neurociencias
El programa de investigación explicitado por Changeux también incluye ver en qué medida –si es que existe alguna– los conocimientos que la ciencia aporta sobre el cerebro pueden brindar nuevas formas de concebirnos y de concebir las ideas de la humanidad. Como buen neurobiólogo, en la argumentación de Changeux aparecen abundantes ejemplos a partir de los cuales se evidenciaría una geografía de la comprensión en nuestra corteza cerebral (por ejemplo: las mismas neuronas de un simio entran en actividad cuando el animal se lleva un alimento a la boca y cuando quien come es el experimentador).
Changeux deja claro que el camino que señala recién comienza a recorrerse, dada la apabullante complejidad del sistema neuronal (el número de combinaciones posibles entre todas las sinapsis es comparable al número de partículas cargadas positivamente en todo el universo). Ricoeur, a su turno, concede que el conocimiento que aportan las neurociencias es válido respecto de lesiones, disfunciones, etc., pero que no puede explicar el funcionamiento normal, los “conocimientos felices” según su misma expresión.
La diferencia central, en definitiva, es que para Changeux el saber se conjuga en futuro, es algo que “se va a obtener”, y para Ricoeur, en cambio, el saber surge de la interpretación de los textos canónicos, con los fenomenólogos (en especial Husserl y Merleau-Ponty) a la cabeza.

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