Sáb 23.11.2013
futuro

EFECTOS PSICOACTIVOS EN ANIMALES

La culpa no es de la araña

Un extraño experimento con arañas permite visualizar los efectos de algunos estimulantes a través de las variaciones en la forma de las telas que tejen. La investigación, si bien tiene poca utilidad aparente, resulta curiosa y sus resultados son muy gráficos a la hora de analizar los efectos de distintos estimulantes.

› Por Esteban Magnani

Hay experimentos que, por muy científicos que resulten, están condenados a ser objeto de chistes, algunos con tono cómplice. Existen cientos de videos en Internet de animales borrachos por la fermentación natural de alguna fruta, felinos sobreexcitados por el consumo de menta de gato (Nepeta cataria) o simplemente fumados a causa de un dueño impiadoso que le arrojó el humo de su porro en la cara con suficiente persistencia. Estos ejemplos, que van desde la simple curiosidad hasta cierto nivel de maltrato, cuando son realizados en las condiciones necesarias pueden dar como resultado un descubrimiento científico válido.

LA RED NEURONAL

En 1948 un zoólogo alemán de apellido Peters quiso conocer la forma en que una especie de arañas, las Araneus diadematus, construyen sus telas. El problema que encontró es que sus objetos de estudio trabajaban sólo unas tres horas por día y de madrugada, por lo que se hacía muy difícil observarlos con cuidado. Así fue que le pidió ayuda a un amigo, el Dr. Peter Witt, para que le diera alguna droga psicoactiva que las hiciera trabajar más horas, preferentemente durante el día. Así es que probaron con anfetaminas, pero el resultado no fue el esperado: continuaron trabajando a la misma hora que antes, pero con diseños mucho más erráticos.

Lejos de sentirse defraudado por un resultado contrario a las expectativas, Witt tuvo una serendipia, es decir, que el resultado accidental podía ser la oportunidad de una investigación y durante décadas siguió con sus experimentos. Incluso llegaría a escribir un libro sobre la comunicación de las arañas, además de dirigir un psiquiátrico. Así fue que probó el efecto de varias drogas sobre el tejido de las arañas. Marihuana, LSD, cafeína, mescalina y demás dieron diseños que se correspondían bastante bien con los efectos más conocidos de esas drogas en humanos. Para suministrarles las dosis las mezclaba con agua y azúcar o simplemente las inyectaba en las moscas que les servían de alimento.

Los resultados están a la vista. Las arañas bajo el efecto de la marihuana tejían bastante bien hasta cierto punto... en el que parecían perder la capacidad de concentración y su tela perdía consistencia. Las que “consumían” sulfato de anfetamina, más conocida como benzedrina o simplemente “speed”, encaraban la tarea con entusiasmo pero sin demasiada planificación y dejaban grandes agujeros y las que consumían drogas que generalmente se usan para dormir... se dormían a poco de comenzar su trabajo. La mescalina, más conocida como “peyote”, por el nombre del cactus que la produce, hacía que las arañas tejieran telas pequeñas e irregulares, algo que, según Witt, indicaba una incapacidad de coordinación muscular. El LSD, en cambio, favorecía la construcción de telas sumamente prolijas y ordenadas, algo que se perdía con dosis superiores.

La cafeína, una droga legal y de uso frecuente (en humanos, no en arañas, claro), cuando se administraba en altas dosis hacía que las arañas tejieran caóticamente, sin ningún orden. De hecho, se cree que algunas plantas producen cafeína como ventaja adaptativa para protegerse de los insectos que se alimentan de ellas, casi como quien usa un pesticida.

LA NASA TAMBIEN SE INTERESA

Los descubrimientos, si bien resultaban muy curiosos, no tuvieron muchas aplicaciones, por lo que se abandonó la investigación hasta el año 1995. Fue entonces cuando la Agencia Espacial Estadounidense (NASA) decidió reeditar el experimento que haría las delicias de más de una sobremesa cargada de un humo dulzón. La agencia publicó sólo un breve informe en el que no hay demasiadas explicaciones acerca de qué los motivó (además de divertirse, seguramente) excepto que el experimento permitió calcular el nivel de toxicidad a partir de los cambios en los diseños de las telarañas, incluyendo número de celdas, sus áreas promedio y radio. Al comparar los resultados con distintas técnicas de cristalografía pudieron medir la intensidad de los efectos de las distintas drogas.

Si bien resulta interesante visualizar tan gráficamente lo que produce un estimulante en el sistema nervioso de una araña, lo cierto es que el estudio no indica hasta qué punto pueden establecerse paralelos entre los efectos en éstas y en humanos. Cualquier similitud es pura casualidad.

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