Sábado, 19 de junio de 2004 | Hoy
Hace menos de un año, el Premio Nobel de Física edición
2003 cayó en manos de tres físicos (los rusos Alexei Abrikosov,
Vitaly Ginzburg y el inglés Anthony Leggett) por sus “contribuciones
pioneras a la teoría de los superconductores y los superfluidos”,
ambos extraños fenómenos que se producen únicamente a temperaturas
tan bajas que, con sólo pensarlas, dan miedo: -273ºC, la temperatura
más baja que puede existir, más conocida por su nombre “monárquico”:
el cero absoluto. Del mismo modo en que los calores se disiparon en la ceremonia
de premiación en Estocolmo, los termómetros de la confitería
del Hotel Bauen (Av. Callao 360) chillaron de frío en ocasión
del cuarto Café Científico que llevó el título de
“Cero Absoluto: cuando nada se mueve”, y contó con la exposición
de los doctores en física –e investigadores del Conicet–
Victoria Bekeris de Casals y Hernán Ferrari del Laboratorio de Bajas
Temperaturas del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas
y Naturales de la UBA que combinaron explicaciones con experimentos y transformaron
el café en un improvisado laboratorio.
El próximo encuentro de Café Científico (como siempre,
organizado por el Planetario de la Ciudad) será el martes 20 de julio
a las 18.30, en el mismo lugar. Estará dedicado a la meteorología
y su título es “¿Se puede confiar en los pronósticos?:
Los caprichos del tiempo”; como siempre la entrada es libre y gratuita.
LA ENERGIA DEL SILENCIO
Victoria Bekeris: –Entender qué es la temperatura no es nada trivial.
Hay distintas maneras de definirla. Una de las formas más sencillas es
concebirla como algo que mide la energía cinética de un sistema,
es decir, el movimiento de las cosas. Cuando intuitivamente sentimos que algo
tiene mayor temperatura es porque las partículas que conforman ese algo
están excitadas y moviéndose a velocidades –en promedio–
más altas que las partículas de una sustancia que está
fría. En un gas, por ejemplo, los componentes que lo forman se mueven
a una cierta velocidad y la temperatura del gas dependerá de esa velocidad
que tengan las moléculas. Las partículas de un sólido,
en cambio, no pueden moverse con tanta libertad sino que fluctúan alrededor
de sus posiciones de equilibrio. Los átomos que conforman ese sólido
están siempre oscilando y más oscilarán cuanto mayor sea
la temperatura de esa sustancia. ¿Qué pasa con el aire de este
salón? ¿A qué velocidad se están moviendo las partículas?
Sabemos que esta habitación está llena de moléculas de
oxígeno, de nitrógeno, de anhídrido carbónico y
de otros gases. Si el aire de este lugar estuviera a 27ºC, las moléculas
de oxígeno se moverían a 2000 kilómetros por hora. Al enfriar
el oxígeno, la velocidad se va a ir reduciendo. Pero ocurre que hay una
temperatura a partir de la cual si sigo enfriando, nada se mueve: ése
es el cero absoluto, cuando todo se detiene porque quité completamente
la energía del sistema. En realidad, es un poco más complejo:
la mecánica cuántica no permite que las cosas estén en
reposo y existe lo que se llama una “energía de punto cero”.
La pregunta sería: ¿Se puede acceder al cero absoluto? Hasta ahora
nadie lo hizo. Lo que se intenta es acercarse lo más posible, pero teóricamente
no es factible acceder al cero, al estado de movimiento nulo, porque no hay
ningún sistema que esté lo suficientemente aislado del entorno
(hay una ley de la termodinámica que dice que cuando la temperatura se
va a cero, cualquier perturbación mínima es suficiente energía
para levantar un poco esa temperatura). No se puede tener un sistema aislado
perfectamente al que no le llegue nada del entorno, porque basta con que haya
un poco de luz (energía) para que el sistema se excite y salga del cero.
La imagen intuitiva que yo tengo cuando enfrío algo es que empiezo a
hacer silencio. Las partículas van cada vez más lentas y se pueden
observar interacciones que no se verían en otras condiciones. Por eso
es tan interesante hacer física a muy bajas temperaturas. Hay distintas
maneras de medir temperaturas. En la escala a la que estamos acostumbrados (Celsius)
el agua hierve a 100 grados, se congela a 0 y el cero absoluto está a
-273ºC. Pero puedo usar otra escala, llamada Kelvin, que nos resulta más
cómoda y es la que se utiliza en el laboratorio cotidianamente. En ella
se hace coincidir al grado cero de la escala con el cero absoluto, así
el agua se congela a 273 grados y hierve a 373.
UN LICUADO BIEN FRIO
Victoria Bekeris (continúa): –¿Cómo se enfría
algo? Cotidianamente, por ejemplo, enfriamos con un ventilador. Lo que hace
el ventilador es largar aire que choca con las moléculas que tienen mayor
movimiento, las saca, uno se queda con las moléculas de menos energía
que tenemos sobre la piel y tenemos la sensación de que la temperatura
bajó. Eso es una forma de evaporar: se saca lo que tiene más energía
del sistema y queda un sistema más frío. Una forma un poco más
compleja de enfriar es la de las heladeras en las que hay que hacer un ciclo
termodinámico y uno logra llegar a temperaturas por debajo del punto
de congelamiento del agua. Pero esto es todavía muy caliente para los
que hacemos física a bajas temperaturas. Una manera de lograr fríos
mayores es licuar gases especiales. Si licuo aire, voy a conseguir -190ºC.
Si licuo otros gases puedo obtener temperaturas más bajas, cercanas a
los -270ºC. Para enfriar más hay otros dispositivos, como el refrigerador
de dilución con el que se llega a una décima de grado por encima
del cero absoluto. El record de enfriamiento es de una billonésima parte
de grado Kelvin por encima del cero absoluto y se llega a esa temperatura mediante
un bombardeo con rayos láser.
TODOS PARA UNO...
Victoria Bekeris (continúa): –El investigador holandés Kammerling
Onnes (1853-1926), que fue un genio de la física experimental, descubrió
en 1908 cómo licuar el gas helio y llegar a -270 ºC. Un alumno suyo
puso a medir mercurio puro (que es un metal) y llegó a una temperatura
llamada “crítica” en la que la resistencia cayó de
golpe a cero. Es decir que por debajo de una temperatura dada se pasa al estado
superconductor: había descubierto la superconductividad. Recién
en 1957, los físicos John Bardeen (1908-1991), Leon Cooper y John Schreiffer
entendieron de qué se trataba este fenómeno tan extraño
y recibieron el Premio Nobel: un electrón (que tiene carga negativa)
mueve a los átomos, que a su vez se juntan de modo que parecería
que hubiera más carga positiva. Luego otro electrón se ve atraído
a ese lugar y terminan estando estos dos electrones en pares. Las cargas ya
no son solas, sino que forman pares y conducen superfluidamente la electricidad.
Hubo muchos descubrimientos posteriores. Los físicos suizos Alex Müller
y Georg Bednorz realizaron en 1986 un enorme hallazgo: encontraron un compuesto
que era superconductor a temperaturas mucho más altas de lo que decía
la teoría. La temperatura crítica es cuánto hay que enfriar
algo para que se vuelva superconductor.
La superconductividad fue uno de los grandes descubrimientos del siglo XX. Se
trata de un fenómeno colectivo que ocurre en un material cuando las partículas
que lo conforman entran en un estado en el que todas hacen lo mismo. No cualquier
material puede lograr convertirse en superconductor. Para lograrlo, el procedimiento
es enfriar el material, “hacer silencio”, dejar que los electrones
interactúen y así se produce este fenómeno que es colectivo
en serio: si uno cuenta el número de átomos que hay en la cabeza
de un alfiler, es igual a la cantidad de naranjas que llenarían un estadio
de fútbol. El número de partículas involucradas es enorme:
un 1 con 23 ceros atrás.
En un cable de cobre, de los que se usan habitualmente cuando uno enchufa algo,
los átomos se mueven a lo largo del metal y ésa es lacorriente
eléctrica; es carga que se mueve. Pero para que se desplace yo tengo
que enchufarlo o ponerle una pila, porque cuando se trasladan, los electrones
chocan y les cuesta moverse adentro del material. En cuanto desenchufo, la corriente
rápidamente muere. En un superconductor, la electricidad circula de una
manera muy extraña: no tiene resistencia. Entonces yo puedo poner a circular
la corriente, desconectar de la fuente y la energía persistirá
para siempre. Hay laboratorios donde ya tienen andando desde hace más
de tres años una espira con corriente que circula sin que se haya degradado
y sin estar conectada a nada. Por tener resistencia nula, la superconductividad
tiene una gran cantidad de aplicaciones. El campo magnético también
se porta muy raro en un superconductor.
Las aplicaciones son muchísimas: médicas, electrónicas,
industriales, de transporte. Por ejemplo, desde hace ya más de diez años
se usa la levitación magnética para el transporte. Se necesitan
imanes muy intensos. Adentro del tren hay bobinas superconductoras que crean
campos intensos y en la vía hay bobinas de las comunes. Esto se maneja
todo desde una consola y por fuerzas electromagnéticas se levita el tren,
se lo propele y se lo detiene. La velocidad que desarrolla es de 500 km/h. Otra
aplicación consistiría en alimentar a las ciudades con cables
superconductores; es todo un desafío sobre el cual ya hay prototipos.
Si tuviéramos que traer la energía desde El Chocón hasta
Buenos Aires nos ahorraríamos más de un 15 por ciento si usáramos
cables superconductores, dado que no pierden energía. En medicina, se
usa la superconductividad para realizar magneto-encefalogramas, que son capaces
de detectar el campo magnético muy sensible. Este tipo de encefalogramas
ya se está usando en Finlandia.
LUZ, CAMARA... ¡SUPERCONDUCTIVIDAD!
Luego de la explicación de la doctora Bekeris, el doctor Hernán
Ferrari desplegó sobre la mesa del café un manojo de globos de
distintos colores, tres potes de helado y un termo blanco del tamaño
de una garrafa. Lo que siguió fue un show que mantuvo a los espectadores
hipnotizados durante media hora.
Hernán Ferrari: –La idea es mostrar qué es lo que pasa con
algunos gases cuando los enfriamos a bajas temperaturas (alrededor de -200 ºC).
Vamos a ver qué sucede cuando las moléculas de distintas sustancias
se enfrían y se “hace silencio”. Del modo en que para mantener
la temperatura del agua para mate usamos un termo, lo mismo hacemos nosotros
con el líquido que tenemos dentro de este termo, que parece agua. Es
el nitrógeno del aire, enfriado a -200ºC. Así como cuando
ponemos agua en la heladera y la enfriamos por debajo de cero grados se convierte
en hielo, con el aire que respiramos ocurre una cosa similar: si reducimos su
temperatura a -200ºC se va a transformar en líquido. Mientras que
lo mantengamos dentro del termo, allí tendremos aire líquido -200ºC.
A temperatura ambiente, este globo desinflado tiene propiedades elásticas.
Lo sumerjo en el líquido y lo que ocurre es que pierde las propiedades
elásticas y adquiere otras: se rigidiza y se rompe fácilmente.
Ahora voy a tratar de enfriar cuatro gases para ver qué sucede con cada
uno de ellos. En este globo tengo helio y una de las propiedades de este gas
es que, al ser menos denso que el aire, tiende a elevarse. Veamos qué
pasa cuando lo enfriamos a -200ºC. Hay una ley que dice que si se reduce
la temperatura de un gas ideal desde los 300 grados Kelvin hasta los 100 grados
Kelvin, su volumen también se va a reducir 3 veces. Eso es lo que vamos
a observar ahora: al enfriarlo, el gas ya no ocupa el volumen que ocupaba antes.
Parece que el globo se desinflara, pero sigue allí. Lo que ocurre es
que al enfriarse, el gas ocupa un volumen más chico. Aunque parezca que
el globo se desinfló un poco, tenemos la misma cantidad de gas que antes
de enfriarlo, pero el gas ocupa un volumen menor por el descenso de temperatura.
Por lo tanto, sudensidad será mayor (dado que la densidad es igual a
masa sobre volumen) y el globo ya no flota más en el aire. En cuanto
se empieza a calentar, vuelve a aumentar su volumen y el globo flota otra vez.
Veamos ahora qué pasa con estos otros globos, llenos con otro gas llamado
argón. Igual que hicimos con el otro globo, le voy a echar nitrógeno
líquido para enfriarlo: los cambios con respecto al helio son notables.
El globo queda prácticamente como un papel. Aunque no lo parezca, el
argón sigue estando ahí adentro, pero ocupa un volumen mínimo
porque al enfriarse se licuó: pasó del estado gaseoso al líquido.
Si dejamos de enfriarlo, recupera la temperatura, vuelve al estado gaseoso y
ocupa el volumen que tenía al comienzo, de modo que el globo queda inflado
como antes. La mayoría de los gases, cuando pasan al estado líquido,
ocupan 700 veces menos volumen que cuando permanecen en estado gaseoso.
Haremos el mismo experimento con un globo lleno de nitrógeno. Al echarle
nitrógeno líquido a un globo lleno con nitrógeno gaseoso,
el volumen se reduce (porque enfriamos el gas), pero no llega a licuarse el
nitrógeno del interior del globo. Ocurre lo mismo que si quisiera hervir
agua usando agua hirviendo. Eso es imposible, tal como podemos comprobar al
calentar algo a “baño María”: el agua de la olla más
grande hervirá, pero la de la cacerola pequeña no, por más
que dejemos el fuego encendido durante horas. Lo que voy a hacer ahora es soplar
aire en un globo. El aire tiene aproximadamente 80 por ciento de nitrógeno
y si tengo nitrógeno (ya vimos que es imposible licuar nitrógeno
en estado gaseoso con el mismo gas en estado líquido), al echar nitrógeno
líquido sobre este globo lleno de aire, suponemos que el oxígeno
sí se va a hacer líquido como el argón, mientras que el
nitrógeno quedará comprimido pero en estado gaseoso. Al rociar
el globo con nitrógeno líquido, vemos para nuestra sorpresa que
así como pasaba con el argón, el volumen que ocupa el aire dentro
del globo es prácticamente cero, como si fuera un papel. ¿Qué
es lo que sucedió? ¿Cómo se explica que, contra lo que
podríamos pensar, el nitrógeno también se haya licuado?
Cuando ponemos un poco de sal en el agua de una cacerola, el líquido
ya no hierve a 100ºC sino un poco por arriba. Lo mismo sucede cuando tenemos
una mezcla de gases como el nitrógeno y el oxígeno: el nitrógeno
puro no se va a hacer líquido a 200 grados bajo cero, pero sí
se licuará al estar mezclado con oxígeno.
La última demostración, como un bonus track, está asociada
al sonido. Cuando estamos en nuestro ambiente natural podemos movernos sin ninguna
dificultad. Sin embargo, cuando intentamos caminar en una pileta o en el mar
nos cuesta más porque el agua es más densa que el aire. ¿Qué
pasará con las cuerdas vocales cuando en vez de vibrar en el aire que
estoy respirando lo hicieran en un medio menos denso como es el helio? Voy a
vaciar este globo en mi boca y, como pueden escuchar, la voz sale totalmente
deformada. Éste es un experimento que no deben hacer ustedes en sus casas
porque, si bien el helio no es tóxico, al inhalarlo dejo de enviar oxígeno
al cerebro y eso sí puede ser muy peligroso. Puede fallar.
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