Biotecnología, el futuro llegó hace rato
Alberto Díaz
Siglo XXI, 128 págs.

El ser humano no vive de revoluciones todos los días. Ni todos los años, ni siquiera todas las décadas. Pero de vez en cuando, sin anunciar mucho su entrada, una persona, un grupo, un movimiento, tal vez, emigra del anonimato y sacude los tendederos, los balcones o las veredas mismas por donde millones de perpetuos peatones pasean su sombra. Lo malo es que en la mayoría de las ocasiones el temblor se escucha sin entenderse muy bien del todo. Es lo que ocurre con la biotecnología, una ciencia casi adolescente (si se considera como fecha de su nacimiento al año 1982, cuando salió al mercado la insulina humana, el primer medicamento fabricado por la técnica de ADN recombinante) que puso en marcha una nueva revolución industrial sin la crudeza del petróleo ni los arranques de la electricidad, sino a partir de la faceta constructiva de manipular la información genética de los seres vivos –tomando un fragmento de ADN por aquí y metiéndolo en una célula por allí– para desarrollar supervacas productoras de leche contra infecciones intestinales, cultivar maíz con propiedades nutritivas especiales o hasta diseñar biofármacos, beneficiando a setenta millones de pacientes en el mundo.

En este asunto, las aclaraciones nunca sobran. Y menos si se evitan profundizaciones que no vienen al caso, rodeos interminables y se encaminan, en cambio, por el sendero de las explicaciones directas, claras y amenas, justamente como las que aporta el químico Alberto Díaz en Bio... ¿Qué? Biotecnología, el futuro llegó hace rato.

Distinguiendo tajantemente fantasías y exageraciones de realidades concretas, Díaz delinea una especie de mapa de la cuestión (biotecnológica): la necesidad de la aparición de una nueva figura (la del empresario innovador/biólogo molecular), la razón de la colaboración estrecha entre universidades y empresas, el alcance del ámbito nacional en la producción casi artesanal de moléculas, cómo triunfar en los “bionegocios” y cuáles son los pasos a seguir en la creación de una empresa de biotecnología. Lo especialmente interesante del libro descansa no tanto en el estilo elegido por el autor en sus descripciones del Proyecto Genoma Humano, la agrobiotecnología y el sistema de patentes, por ejemplo, sino más bien en estar dirigido especialmente a personas con curiosidad e interés por introducirse en este campo de prósperas perspectivas y cuyos integrantes, según el Premio Nobel de Medicina, Joseph Goldstein, recuerdan mucho a los artistas surrealistas. Al fin y al cabo, ellos también caen bajo la intención de inventar lo imposible.