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Sábado, 16 de noviembre de 2002

NOVEDADES EN CIENCIA

NOVEDADES EN CIENCIA

Cangrejos de ojos mutantes

nature La vida siempre encuentra su camino: en el Océano Pacífico existen unos pequeños cangrejos que van modificando sus ojos a lo largo de su vida. Y así se adaptan a distintos ambientes y condiciones de luz. En un reciente artículo publicado en la revista Nature, el neurocientífico Robert Jinks y sus colegas del Franklin and Marshall College, en Lancaster, Pensilvania, dan cuenta de este interesante hallazgo. Después de estudiar muy de cerca de los cangrejos Bythograea thermydron, tanto en su medio natural como en laboratorios especialmente acondicionados, Jinks y su equipo notaron que, a medida que estos animales crecen (pasando primero por el estado de larva, luego por la fase juvenil y finalmente al alcanzar la adultez) sus ojos sufren una lenta y continua metamorfosis. Al principio de sus vidas, las larvas de los Bythograea thermydron vagan a la deriva, y, a profundidades medias, mezcladas con el plancton. Estas larvas nadadoras tienen ojos compuestos (como los insectos) que forman imágenes y son sensibles a la luz azul. Cuando la larva se transforma en cangrejo juvenil empieza a hundirse, y la sensibilidad de su pigmento visual se corre a la luz azul-verde que emiten algunos animales en las aguas oscuras. Ya de adultos, se mudan al fondo del océano, cerca de las chimeneas termales. Y para responder a las ínfimas condiciones lumínicas que hay a mil o dos mil metros de profundidad, sus ojos se convierten en grandes retinas desnudas, hipersensibles a la luz, pero sin lentes, e incapaces de formar imágenes. “Son verdaderos detectores de fotones”, dice Jinks.

Restos de dos villas romanas

Archaeology Los chicos de la Escuela St. Laurence en Bradford-on-Avon, al sur de Inglaterra, no lo pueden creer: justo debajo de la cancha de fútbol donde juegan todos los días, aparecieron los restos de dos grandes construcciones romanas del siglo IV. La noticia, publicada por la revista especializada Archaeology, ha sido recibida como “uno de los más grandes descubrimientos arqueológicos en Gran Bretaña de las últimas décadas”.
Todo comenzó cuando alumnos y maestros de la escuela notaron que, en ciertas partes de la cancha, el césped se secaba formando líneas largas y bien definidas. Poco más tarde, el arqueólogo Mark Corley y sus colegas de la Universidad de Bristol descubrieron que debajo de esas líneas de pasto seco, a sólo treinta centímetros de profundidad, asomaban los bordes de las paredes de dos villas romanas. Ambas construcciones tenían unas cuarenta habitaciones, y estaban conectadas por un largo pasillo con enormes mosaicos de 5 metros por 10. Uno de ellos está en excelentes condiciones (especialmente, teniendo en cuenta sus 1700 años de antigüedad) y muestra un jarrón flanqueado por delfines. Según Corney, las dos villas formaban parte de un complejo aún más grande que incluía, entre otras cosas, jardines con piletas ornamentales, un cementerio familiar y otros edificios cercanos. Dada la magnitud del hallazgo, los arqueólogos continuarán su tarea durante varios meses más.

El lado oscuro del Universo

NewScientist Como si ya no hubiese demasiados misterios en el cosmos, un equipo de científicos del Observatorio Jodrell Bank del Reino Unido anunció recientemente que el universo está compuesto casi en sus dos terceras partes por una invisible e intrigante “energía oscura”.
Resulta que los investigadores llegaron a esta notable conclusión a partir del estudio de miles de imágenes de cuásares distantes (lejanas fuentes de luz y rayos X), de las cuales una de cada 700 es distorsionada por masivos objetos invisibles que actúan como lentes gravitacionales, espectaculares ilusiones ópticas que confirman una de las principales predicciones de la Teoría de la Relatividad: los objetos masivos distorsionan el espacio y tuercen el camino de la luz.
Pero el asunto es que la cantidad de cuásares afectados por lentes gravitacionales es más o menos el doble de la que cabría esperar; la cantidad de cuásares “distorsionados”, provee información sobre la distribución de la materia y la energía en el espacio; en este caso, la evidencia fue tomada como indicio de la existencia de grandes cantidades de “energía oscura”, cuya naturaleza es altamente especulativa, pero que podría dar cuenta de hasta dos tercios del total de materia-energía existentes en el universo. Al parecer estas inmensas reservas de energía podrían provenir de una misteriosa fuerza de “antigravedad” (no una propiedad de la materia sino del espacio mismo) que incluso hace que las galaxias se separen –unas de otras– permanentemente y a un ritmo cada vez más rápido y que el universo acelere su ritmo de expansión; y que podría coincidir con la “constante cosmológica” introducida por el mismísimo Einstein en las ecuaciones de la Relatividad General. Una coincidencia –de ser cierta– más que asombrosa respecto de una enigmática (y en apariencia abundante) energía que está, pero no se ve.

 

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