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Sábado, 14 de diciembre de 2002

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

UN TREN QUE FLOTA

NewScientist Se llama Transrapid 08, y en muy poco tiempo se convertirá en el tren de pasajeros más veloz del mundo. La nueva joya ferroviaria es una creación alemana, aunque funcionará en China, donde una empresa local ha construido su sofisticada vía. Todo comenzó en noviembre de 1999, cuando la compañía Transrapid firmó un acuerdo con el Ministerio de Ciencia y Tecnología de China: la idea era construir un tren de levitación magnética para unir, en principio, los treinta kilómetros que separan al Aeropuerto Internacional de Pudong con la ciudad de Shanghai. La tarea comenzó unos meses más tarde, con un costo de 1570 millones de dólares. Y ya falta muy poco para su estreno oficial: el próximo 1º de enero, este tren futurista realizará su primer paseo... Lo sorprendente del caso es que sólo tardará unos pocos minutos para recorrer esos treinta kilómetros. Claro, lo que ocurre es que su velocidad máxima es de 500 km./hora, aunque cuando lleve pasajeros no irá tan rápido (su velocidad crucero rondaría los 300 km/hora).
El secreto (y lo que justifica que la noticia esté en un suplemento de ciencias) de esta formidable máquina es que no utiliza ruedas y vías convencionales, sino que flota –literalmente– sobre un único riel, gracias a un complejo sistema de imanes. No hay roce, y avanza gracias a la manipulación de campos magnéticos. Si le tienta la idea de viajar en el súper tren, primero tendrá que viajar a China, y luego pagar un boleto que costará 6,25 dólares. Nada barato teniendo en cuenta el corto trayecto, pero, si la cosa funciona, la idea es extender su recorrido a otras ciudades chinas mucho más distantes por el mismo precio.

LA RIQUEZA EN EL ANTIGUO EGIPTO

nature Tal como lo sospechaban muchos historiadores, parece que la distribución de la riqueza en el antiguo Egipto era sumamente desigual. Al menos, eso es lo que indica un estudio sobre el “mercado de viviendas” del siglo XIV antes de Cristo realizado por un investigador y matemático egipcio. Tal como cuenta la revista Nature, el trabajo de A. Y. Abul-Magd (de la Universidad de Zagazig) se basó en el estudio de las ruinas de la ciudad de Akhetaten, descubierta por un grupo de arqueólogos británicos a fines del siglo XIX.
Abul-Magd observó que en aquella ciudad –fundada hace unos 3500 años– casi todas las casas tenían una superficie de alrededor de sesenta metros cuadrados. Pero había un par que eran seis o siete veces más grandes. “El tamaño de una vivienda es un buen indicador de la riqueza de su dueño -dice el científico–, especialmente en una sociedad que no manejaba dinero, como la egipcia.” Por lo tanto, y basándose en este ejemplo, Abul-Magd deduce que la distribución de la riqueza estuvo extremadamente polarizada en el antiguo Egipto: la mayoría de los egipcios vivió en la pobreza, y sólo unos pocos monjes y reyes disfrutaron del lujo. Según él, “Akhetaten nos ofrece una instantánea perfecta de cómo se repartía la riqueza, porque era relativamente grande, y además duró muy poco –apenas veinte o treinta años– por lo que no sufrió cambios provocados por generaciones sucesivas”. Afortunadamente, en Argentina esas cosas no suceden...

LA TIERRA EN LA BALANZA

nature Así como hay mapas de islas y países, hay mapas de gravedad. Más precisamente del campo gravitatorio terrestre. Es el caso del proyecto germano-estadounidense Grace (Recuperación de Gravedad y Experimento Climático, en sus siglas en inglés), que ha logrado hasta ahora la más precisa medición satelital del aumento en el nivel del agua de los océanos así como de la fuerza del campo gravitacional (que varía de lugar en lugar debido al tipo de cuerpos que se encuentran sobre la Tierra).
El proyecto, llevado a cabo por el Centro Aeroespacial Alemán y la NASA, está compuesto por dos pequeños satélites de 500 kilos (del tamaño de un automóvil, cada uno) que giran en órbita 16 veces al día separados por 220 kilómetros y unidos por sensores que miden la distancia entre ellos. Cuando, en su viaje alrededor del planeta, los satélites detectan un cuerpo en la superficie (ya sea sobre o debajo del mar) con su respectivo campo gravitacional, se altera apenas un poco su órbita. Esas minúsculas variaciones captadas por los sensores corresponden a las distintas medidas de gravedad en la Tierra.
Otra peculiaridad de este notable experimento es que permite realizar mapas gravitacionales de lugares que hasta ahora no han podido ser medidos con extrema precisión como el Himalaya, la selva amazónica y los polos.
Los dos satélites, que fueron lanzados en marzo de este año desde el cosmódromo de Plestek, en el norte de Moscú, permitirán confeccionar mapas mensuales de gravedad mil veces más precisos que los actuales.
Y como si esto fuese poco, los satélites, bautizados Tom y Jerry, tienen la habilidad de medir los cambios de gravedad producidos por el movimiento del agua y captar cambios de temperatura, salinidad y nivel del agua de los mares. Datos que les vienen más que bien a oceanógrafos y a climatólogos.

 

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