Sábado, 5 de julio de 2003 | Hoy
NOVEDADES EN CIENCIA
hulk y la esfera gamma
nature
Primero fue la historieta, luego la clásica serie de televisión,
y ahora ya es uno de los tanques cinematográficos del año:
un físico norteamericano recibe, por accidente, una brutal descarga de
rayos gamma, y cambia para siempre. Cada vez que algo lo irrita o lo pone nervioso,
sufre una metamorfosis que lo convierte en Hulk, una poderosa criatura verde.
En la versión fílmica, mucho más ajustada al comic que
a la serie, Hulk mide 4 metros, puede correr a más de cien kilómetros
por hora, y pega unos saltos, literalmente, de película. Por si fuera
poco, revolea autos, tanques y helicópteros, y las balas apenas le hacen
cosquillas. Sin embargo, no todo es fantasía en el nuevo film del director
Ang Lee: la Esfera Gamma que bombardea con radiación gamma
a Bruce Banner está copiada de la realidad, al menos en su aspecto.
Los productores de The Hulk se enteraron de la existencia del aparato instalado
en un sector del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, en California
mientras buscaban información científica en Internet. Y decidieron
reproducirlo en la película. Pero más allá de su idéntica
apariencia externa, la Esfera Gamma verdadera no emite sino que
detecta ese tipo de radiación: es el mejor detector de rayos gamma
del mundo, dice I-Yang Lee, que encabeza el programa de física
nuclear de baja energía de Berkeley. Cada año, este sofisticado
dispositivo es utilizado por más de 300 científicos para estudiar
cuestiones referidas a la física subatómica y a la astrofísica.
La reproducción de la Esfera Gamma que aparece en The Hulk es muy
realista, pero la auténtica sirve para estudiar núcleos atómicos
deformes... y no para deformar a la gente, agudamente dice I-Yang Lee.
siberia: adn de hace 400 mil años
Discover El año pasado, un grupo de científicos daneses de la Universidad de Copenhague perforó 30 metros el permafrost siberiano con la modesta esperanza de obtener fragmentos de ADN de bacterias. O quizá de algunas plantas y animales. Sin embargo, encontraron mucho más de lo que esperaban. Y hace poco publicaron sus resultados: las muestras obtenidas son un verdadero tesoro genético tan rico que prácticamente permite reconstruir todo el escenario de la Edad de Hielo en aquel lejano rincón del planeta. Además de conseguir muestras del ADN más antiguo jamás recuperado (de hace 400 mil años), el equipo danés descubrió fragmentos genéticos de decenas de plantas y de grandes animales como el famoso mamut lanudo, el bisonte de la estepa, el buey almizclero y otros que habitaban la región hace miles y miles de años. El material genético está demasiado fragmentado como para especular con algún tipo de clonación. La evidencia genética sugiere que hace unos 11 mil años se produjo un drástico cambio en el paisaje biológico de Siberia: las plantas herbáceas fueron desapareciendo, y el musgo y los arbustos comenzaron a dominar la escena. Al mismo tiempo, aquellos grandes animales fueron extinguiéndose. Según los científicos, estos hallazgos le darían credibilidad a la idea de que los cambios ambientales, asociados aeventos climáticos, fueron los principales responsables de esas extinciones, y no la caza humana, como se ha dicho tantas veces.
un boson en un pajar
NewScientist
Hay partículas
subatómicas que se hacen desear. Desde hace más de 30 años,
físicos de todas partes del mundo buscan con todo ahínco una elusiva
partícula que, en teoría, explicaría el origen nada
más y nada menos de la masa de todo lo que hay en el universo (además
de completar el llamado modelo estándar de la física que describe
18 partículas que componen la materia y las fuerzas a través de
las cuales estas interactúan). Se la conoce como bosón de Higgs
y para dar con él se ha apostado a lo grande: se construyeron descomunales
(y poderosísimos) aceleradores en donde se hacen chocar electrones, positrones
y protones para conseguir nuevas partículas, y ver si entre los escombros
está el famoso bosón, que sólo se digna aparecer a elevadas
energías. Sin embargo, según nuevas investigaciones realizadas
con el cicolotrón Tevatrón del FermiLab en Batavia (Illinois,
Estados Unidos), la partícula aún no da señales de vida
(o de existencia). Es más, los científicos predijeron que no se
lograría hacerla aparecer al menos en 6 años. Ocurre que el Tevatrón
-ver foto- está un poco viejo (tiene 20 años) y ya no le es tan
fácil alcanzar niveles tan altos de energía. Aun así los
físicos no se dan por vencidos. Tienen una razón: aquel que logre
dar con ella se llevará seguramente y de inmediato el Premio
Nobel de Física como recompensa.
La nueva esperanza para encontrar esta partícula (a la que se la llegó
a llamar la partícula divina, por su carácter de esencia
de todas las cosas) está en Suiza, más precisamente en los laboratorios
de la Organización Europea de Investigación Nuclear (CERN). Allí,
se está construyendo el Large Hadron Collider (LHC), próximo a
ser el acelerador de partículas más poderoso del mundo y que entrará
en funcionamiento en 2007. El LHC ocupará el mismo túnel que su
predecesor, el Large Electron Positron Collider, un laboratorio subterráneo
de hasta 130 metros bajo tierra y 27 km de largo, que salió de servicio
en 2000.
Experimentos anteriores mostraron que de existir el bosón de Higgs, su
masa estaría entre los 114 y los 21 gigaelectronvolts (la masa de un
electrón en 0,5 mega electronvolts). Recién en 2009, el LHC alcanzará
los niveles necesarios de energía, lo que les permitirá a los
científicos recolectar la información necesaria para saber si
el bosón de Higgs, después de todo, está allí, en
las profundidades de la materia.
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