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Sábado, 4 de octubre de 2003

NOVEDADES EN CIENCIA

Novedades en ciencia

ASTRONOMY
No tan solos en la oscuridad

Desde casi el siglo IV a.C., ciertos seres humanos se ufanaron de ser únicos y de los más especiales repitiendo hasta el cansancio que la Tierra era el centro del Universo. La idea (bastante narcisista según Freud) perduró bastante: hasta el siglo XVI cuando Nicolás Copérnico afirmó, muy a pesar de la Iglesia, que el Sol, y no la Tierra, en realidad era el centro universal alrededor del cual giraba todo. Con los años, tal argumento también quedó sepultado y todos aquellos que aún pretendían sentirse especiales en el cosmos tuvieron la necesidad de aferrarse con uñas y dientes al hecho de que la Tierra sería el único planeta que contendría vida.
Sin embargo, y aunque no se detectaron aún signos de vida extraterrestre, estas personas ya tendrían que ir buscando una nueva excusa para sostener su supuesta unicidad: según los astrónomos Charles Lineweaver y Daniel Grether de la Universidad New South Wales (Australia) al menos 25 por ciento de estrellas semejantes al Sol en el universo tienen planetas; por ende, las posibilidades de que haya un mundo similar a la Tierra aumentan considerablemente. El nuevo número barre con las actuales especulaciones astronómicas: hasta ahora, los científicos creían que sólo entre el 5 y el 15 por ciento de estrellas como el Sol tendrían planetas orbitando a su alrededor.
Además, las nuevas estimaciones sugieren que en la Vía Láctea habría unos 100 mil millones de estrellas con planetas; y en el Universo, 1022 (un uno seguido de 22 ceros) sistemas planetarios.
En verdad, el resultado es sorprendente si se tiene en cuenta que el primer planeta extrasolar (orbitando alrededor de 51 Pegaso y con la mitad de la masa de Júpiter) fue descubierto hace apenas 8 años por los astrónomos Michael Mayor y Didier Queloz. Desde entonces, nuevos planetas brotan a la vista de los astrónomos: ya se conocen más de cien.
Por ahora, la búsqueda de planetas tiene en la mira unas dos mil estrellas semejantes al Sol que se encuentran a menos de 150 años luz. Hacia allí apuntan los telescopios, buscando como una aguja en un pajar (y hasta donde la actual tecnología les permita) un mundo tan frágil, floreciente y apto para la vida como lo es la Tierra.

nature
Las erecciones de los pulpos
A su modo, algunos pulpos también tienen erecciones. Y esta curiosidad los convierte en los únicos animales de cuerpos blandos conocidos que poseen tejido eréctil. El curioso hallazgo, publicado en la revista Nature, estuvo a cargo de un grupo de biólogos estadounidenses, encabezados por la doctora Janet Voight de la Universidad de Chicago. Mientras estudiaban a un pulpo de dos manchas macho (Octopus bimaculatus) en pleno apareamiento, Voight y sus colegas observaron algo extraño en el extremo de su brazo de cópula: la lígula era muy prominente. Normalmente, este órgano de color blanco brillante es extremadamente diminuto e inactivo. Pero en este caso “la lígula se veía muy prominente”, dice la científica. Y agrega que es la primera vez que se observa algo así.
Según estos investigadores, la lígula de los pulpos de dos manchas es bastante similar a los penes y los clítoris de los mamíferos, y también contiene cavidades que se llenan de sangre durante la cópula. Hasta ahora, parecía que los pulpos transferían el esperma a las hembras a través del extremo de su tentáculo especializado, donde está la lígula. Pero, hasta ahora, este órgano no parecía tener un rol especialmente activo. De todos modos, aclara Voight, este caso sería completamente excepcional, porque en la mayoría de las otras especies de pulpos, la lígula parece ser una simple continuación muscular del tentáculo de apareamiento, invariable en tamaño y sin capacidad eréctil.

Science
¿Menos calorías, más vida?
En sintonía con estudios previos, una nueva investigación revela que las dietas restringidas en calorías ayudarían a alargar la vida. Al menos, en el caso de las moscas comunes. Pero, a la vez, agrega otro detalle interesante: el beneficio comenzaría en el mismo momento del cambio dietario, sin importar tanto los hábitos alimenticios previos. Durante los últimos años, varios trabajos científicos realizados con diversos organismos –desde levaduras hasta mamíferos– revelaron que, en principio, las dietas estrictas de bajas calorías influían positivamente en la expectativa de vida. Ahora, el flamante estudio con 7 mil moscas comunes (Drosophila), realizado por Linda Partridge y su equipo del University College, de Londres, no sólo apunta en la misma dirección, sino que, además, sugiere que la mortalidad tiende a bajar casi inmediatamente con la nueva dieta.
Efectivamente, Partridge y los suyos notaron que las moscas que venían comiendo normalmente comenzaban a tener una mayor expectativa de vida a poco de iniciar una dieta pobre en calorías. Prácticamente la misma que aquellas moscas que, desde siempre, habían sido alimentadas en forma controlada. A la inversa, las moscas que siempre habían estado a dieta mostraban una mayor tasa de mortalidad poco después de girar hacia una alimentación más calórica. Según los autores de la investigación, publicada en Science, el cambio dietario, aun en edad avanzada, podría alargar la vida. Lógicamente, ahora hay que ver si estos resultados pueden extenderse al ser humano. Por las dudas, vale la pena saberlo.

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