FINAL DE JUEGO
› Por Leonardo Moledo
–El sábado pasado –dijo el Comisario Inspector–, publicamos la carta de Jorge Norberto Cornejo criticando la nota de Guillermo Piro sobre Ciencia y Poesía, y quería señalar que por lo menos en uno de los puntos estoy completamente de acuerdo. Jorge Cornejo le reprocha a Guillermo Piro reducir la ciencia al método experimental, cosa que, desde ya, choca con mis más íntimas y firmes convicciones.
–Bueno –dijo Kuhn–, pero recordemos que el propio Newton se refería al método experimental como la base de su ciencia.
–Es verdad –dijo el Comisario Inspector–. En los mismísimos Principia, Newton deja bien establecido que la ciencia funciona mediante la recolección de datos “que luego se generalizan por inducción”, pero yo tengo mis objeciones a esa opinión.
–Objeciones a Newton –dijo Kuhn–. La verdad es que no está mal.
El Comisario Inspector no se dejó tentar por la provocación.
–Desde ya, Newton seguía las instrucciones de Bacon: recolección de datos, búsqueda de regularidades, y extensión de esas regularidades por inducción.
–Bueno, ahí está una de los puntos flojos de la metodología baconiana -dijo Kuhn– y es el siguiente: ¿qué es un dato? ¿Cuáles, de las múltiples “impresiones”, por decirlo así, se seleccionan y se aceptan como datos? Yo examino, por ejemplo, datos de salud de una población, para establecer un patrón de salud pública. Pero, ¿qué datos recoge entre la maraña de datos posibles? No hay manera de hacerlo sin algún tipo de teoría previa que ayuda a seleccionar los datos. Puse un ejemplo social porque es más sencillo encontrarlo, pero también vale para la física: no se toman los datos de la caída de una hoja para estudiar el fenómeno de la caída de los cuerpos sino de la caída de una piedra pero en un tubo de vacío en el laboratorio. Esa elección ya implica una teoría relativamente avanzada.
–Sí –dijo el comisario inspector–. Pero mi objeción a la noción de dato baconiano es otra. Como ya se tiene en general una teoría, es muy difícil que un dato sea un dato... Bueno, en realidad me parece que esto no se entiende mucho.
–No –dijo Kuhn– no se entiende mucho, y no me extraña nada.
Nuevamente, el Comisario lo dejó pasar.
–Quiero decir lo siguiente: cuando yo hago un experimento en el laboratorio; por ejemplo, dejando caer en un tubo de vacío una piedra y una pluma para mostrar que caen de la misma manera, no estoy recogiendo un dato sino infinitos datos. Porque lo que estoy haciendo es separar el fenómeno del lugar y del momento en que ocurren, y por lo tanto, esa pluma y esa piedra están cayendo en todo momento y en todo lugar, y de esa única observación saco la conclusión general: todos los cuerpos, en el vacío, caen de la misma manera. No necesito repetir el experimento y encontrar regularidades. En suma, lo que ocurre es que la operación de inducción fue hecha antes del experimento y por lo tanto, en ese caso particular, la inducción sí es legítima y garantía de verdad.
–Siempre que el espacio y el tiempo sean homogéneos –dijo Kuhn–. En el paradigma aristotélico, en el que el mundo sublunar y el supralunar eran cualitativamente distintos, la cosa no va.
–Y es más –dijo el Comisario Inspector–. En el caso de la caída de los cuerpos, ni siquiera hace falta hacer experimento alguno.
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Están de acuerdo con la teoría del Comisario Inspector? ¿Y cómo se puede hablar de la caída de los cuerpos sin hacer experimento alguno?
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