Ver para creer

Regreso a Marte

Casi a las dos de la madrugada del domingo pasado una pequeña navecita terrestre –la cuarta en la historia humana– se posó exitosamente sobre suelo marciano. Y, como era de esperar, causó un revuelo de aquéllos. De inmediato empezó a mandar postales de aquel paisaje desértico y anaranjado, helado y polvoriento, y ya se apresta a cumplir su misión: encontrar evidencias definitivas sobre la antigua existencia de agua líquida en la superficie del planeta (y no buscar vida, como se insiste), repleta de huellas geológicas que sugieren un pasado cálido, húmedo, de ríos, lagos y mares por doquier.

Por Mariano Ribas