Directo a la memoria
El atractivo irresistible de las imágenes a toda velocidad es la que explotan cada vez más los publicistas, aun cuando son conscientes de que después de determinado tiempo la saturación es tal que difícilmente pueda retenerse algo coherente. Una serie de cortes rápidos aumenta la atención si se mantiene siempre en escena el mismo tema. En cambio, cuando las imágenes se suceden a razón de más de 10 cada dos minutos, el número de detalles recordados decae rápidamente. Pero la saturación tiene otra ventaja: aunque no se entienda mucho, se hace difícil no mirarla. De alguna manera la imagen va directo a la memoria y el recuerdo puede dispararse, por ejemplo, en un supermercado por un paquete que remite a esas imágenes.
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