Werner Heisenberg y el principio de incertidumbre
Por Martín De Ambrosio
Desde Aristóteles, la física influye sobre la filosofía. En el siglo XX, uno de los físicos que probablemente más haya marcado a la “madre de las ciencias” es Werner Heisenberg (1901-1976), el alemán que postuló el principio de incertidumbre y puso en marcha la mecánica cuántica anticipada por Planck, Einstein y Bohr.
Ahora bien, ¿en qué consiste tal principio, en su ámbito estrictamente físico? Básicamente, quiere decir que en el microcosmos, a nivel nuclear, es imposible conocer al mismo tiempo ciertas magnitudes como la posición y la velocidad de una partícula. O, dicho de otro modo, cuanto más precisamente se conozca la velocidad de una partícula (digamos, un electrón) menos se sabrá de su posición. Y lo mismo a la inversa. Pero no es por un problema de la técnica de medición; no es que la ciencia no ha avanzado lo suficiente como para lograr una medición exacta de ambas magnitudes. El electrón es así, y eso fue lo que perturbó sobremanera la física, y por ende la filosofía. El solo hecho de medir una magnitud altera la otra. Para graficar la idea, se puede poner un ejemplo tomado de la “vida moderna”, por llamarla así; un ejemplo con teléfonos. Cuando uno llama a un teléfono fijo, sabe a qué lugar llama pero no quién atiende; en cambio, cuando se llama a un celular se conoce a quién atiende, pero no dónde estará esa persona.
Contreras
Heisenberg era físico teórico, de modo que nunca se metió con las minucias de la empiria, ni con la interna telefónica: su ambicioso principio es una formulación esencialmente matemática. Y no pocos físicos (teóricos o de los otros) se opusieron a lo que el principio de incertidumbre significaba. El mismísimo Albert Einstein, quien se pronunciará en contra del azar con su famosa frase “Dios no juega a los dados” (menos conocida es la respuesta, también brillante, de Bohr: “No es ni puede ser nuestra tarea ordenar a Dios cómo debe El regir al mundo”), buscó situaciones experimentales imaginarias que comprometieran la teoría del alemán. Y no tuvo éxito.
Heisenberg, protagonista de la obra de teatro de Michael Frayn, nació el 5 de diciembre de 1901 en Wurzburgo y estudió en Munich. En 1924 fue becado a Dinamarca para trabajar con Niels Bohr, paso fundamental para la vida de la física nuclear y condición previa para la obra Copenhague.
Entre 1941 y 1945 tuvo a su cargo la investigación alemana que buscaba la bomba atómica. Para suerte de los aliados, su intento de construir un reactor no tuvo éxito. En 1945, cuando cayó el nazismo, fue detenido y encarcelado en Inglaterra, junto con otros físicos del Fürher, pero fue liberado al año siguiente. Naturalmente, unos años antes, había obtenido el Premio Nobel de Física (1932).
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