Genero y deficiencias de sueño
“Hasta hace menos de 10 años, se daba por cierto que no existían diferencias entre hombres y mujeres en la población estudiada, para los estudios de insomnio y ronquidos, y que el ronquido tenía una incidencia definitivamente mayor entre los hombres –señala la doctora Margarita Blanco, directora médica del Club del Sueño–. Probablemente, los nuevos tratamientos utilizados en ginecología y el avance de esta especialidad en las últimas décadas hayan sido un factor que colaboró en la modificación de estos enfoques.”
Así fue que, en los últimos años, fueron asentándose las descripciones de alteraciones del sueño exclusivas de la mujer. “Si se tienen en cuentalas modificaciones hormonales que se producen en la mujer cíclicamente y si se atiende a las fechas y circunstancias en que ellas se producen, se hace comprensible que tanto la menstruación como la ovulación, el embarazo y la menopausia sean causales de trastornos del sueño.
Esto está en estricta relación con el efecto que se reconoce que tiene el equilibrio estrógeno-progesterona sobre la función sueño-vigilia.”
El llamado insomnio del embarazo, el insomnio de la menstruación o el insomnio de la menopausia, al igual que sus contrapartidas las hipersomnias específicas de cada una de estas etapas, son ejemplos de alteraciones del dormir femeninas, que figuran en la Clasificación Internacional de los Trastornos del Sueño (1990). Claro que el ritmo de vida actual también amenaza la calidad del sueño: “La mujer actual tiende a exigir a su organismo más de lo que puede realizar –afirma Blanco–. Esto lleva a una autoprivación crónica e involuntaria de sueño, cuyas consecuencias son la disminución imperceptible de las funciones de la memoria, bajo rendimiento laboral, alteración del estado de ánimo y excesiva somnolencia diurna”.
Un estudio realizado en 1999 por la National Sleep Foundation, de los Estados Unidos, sobre 1012 mujeres de 36 a 60 años, reveló que una de cada cuatro sufría de somnolencia diurna, la mitad había conducido automóviles estando somnolientas; además, tres de cada cuatro mujeres reconocieron que sus problemas de sueño interferían con sus actividades diarias. Por otro lado, el 46 por ciento aceptó que la misma interferencia afectó su relación de pareja, y el 28 por ciento reconoció que sus problemas de sueño no les permitían cuidar bien de sus hijos.
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