Perfil de un mundo anillado
Saturno es una enorme bola de gas (casi todo, hidrógeno y helio) que esconde un pequeño núcleo sólido, más o menos del tamaño de nuestro planeta. Mide 120 mil kilómetros de diámetro, casi diez veces más que la Tierra. Pero su densidad es muy baja: apenas 0,8 gramo/cm3. Si hubiese un recipiente con agua lo suficientemente grande como para contenerlo, Saturno flotaría como una boya descomunal. Sus días sólo duran 10 horas y media (porque gira muy rápido), pero sus años equivalen a casi 30 de los nuestros (porque al estar 10 veces más lejos del Sol, su órbita es inmensa). En la atmósfera del planeta circulan coloridas nubes –de hidrógeno, helio, metano y amoníaco– empujadas por vientos de hasta 1800 km/hora. Allí, las temperaturas son de -150ºC, aunque el núcleo del planeta arde a 20.000C. Sin dudas, el sello distintivo del sexto planeta del Sistema Solar es su espectacular sistema de anillos. Hasta hace algunas décadas se hablaba de dos, tres o cinco anillos, pero en los años ‘70 y ‘80, las naves Pioneer 10 y Voyager 1 y 2 descubrieron que son miles. Están formados por millones de fragmentos de hielo y roca, y miden 275 mil km de diámetro (2/3 de la distancia Tierra-Luna). Sin embargo, son muy finos: apenas unas decenas de metros de espesor. Una delicada maravilla de ingeniería planetaria.
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