RAMOS GENERALES
Vender la guerra como un producto
El presidente norteamericano George Bush está empeñado no sólo en hacer la guerra para extinguir todo vestigio de terrorismo sino además en hacerle el bocho a todo el mundo para que el mundo comprenda que él es el indicado para liderar la cruzada de Occidente contra el Oriente profundo. Para eso, como el mundo no parece demasiado convencido de seguir a Estados Unidos en su excursión bélica por Irak, Bush ha contratado a Charlotte Beers, conocida como “la reina de las marcas”, para promocionar la política exterior norteamericana. La señora Beers supo marcar tarjeta en la filial de J. Walter Thompson Worldwide. Ahora ha sido nombrada subsecretaria de Estado para Asuntos Públicos y Diplomáticos. Decidido a vender la democracia con los mejores slogans, Bush encargó a Beers que “convenza”. En consecuencia, Beers puso manos a la obra, pero al estilo norteamericano, es decir: munida de los 520 millones de dólares que el Congreso asignó a su tarea, que se concentrará en parte en Europa, donde los socios capitalistas parecen no querer comprometerse en una guerra que
puede traerles más dolores de cabeza que gloria, y en parte en lo que Estados Unidos llama “poblaciones descontentas”, y que abarca a países árabes que no quieren a Estados Unidos.