Viernes, 9 de octubre de 2015 | Hoy
VISTO Y LEíDO
El nuevo libro de cuentos de Lorrie Moore, probablemente uno de los títulos extranjeros de 2015, convoca a un elenco de personajes que, en medio de desgracias personales e históricas, asumen una voz que combina lucidez y humor.
Por Daniel Gigena
Después de un paréntesis de dieciséis años sin presentar un libro de cuentos, Lorrie Moore (Nueva York, 1957), la autora de Autoayuda y de Es más de lo que puedo decir de cierta gente, publicó en 2015 Gracias por la compañía (en inglés el título es Bark, “ladrido” pero también “corteza” y un tipo de embarcación), un conjunto de apenas ocho relatos, alguno de ellos similar a una ensoñación traducida en la lengua vivaz y mortificada de Moore. En ese relato, “El enebro”, donde un aquelarre de fantasmas femeninos víctimas del cáncer y del desamor se reúne en la casa de una de ellas, la protagonista ?que es aún una sobreviviente? empieza a conocer el funcionamiento de uno de los universos al que el libro de cuentos dedica especial atención: “el mundo de las citas para las mujeres de mediana edad”. Un poema de Louise Glück elegido por Moore como epígrafe funciona como emblema del tono que prevalece en el ingreso a ese mundo: “¿Y si yo fuera el perro, como en mi yo infantil, inconsolable por ser totalmente preverbal?”
En los nuevos cuentos de Moore, la desesperación, la soledad, el sentimiento de insatisfacción y la melancolía son como cortezas que recubren un estado de alerta y de humor que no deja de expresarse en los diálogos ágiles y en la conciencia sutil de las protagonistas. La masa verbal que define esas subjetividades es siempre asombrosa: sus analogías (uno de los recursos favoritos de la autora de Como la vida), chistes y aforismos al paso son obras maestras de la condensación. “Una mujer tiene que elegir su infelicidad particular con cuidado. Era la única felicidad de la vida: elegir la mejor infelicidad”, piensa Kit en “Pérdidas de papel” cuando advierte que su matrimonio, concebido con las promesas utópicas de los años 70, se derrumba durante el engañoso apogeo republicano. En “Alas”, uno de los mejores cuentos del volumen, KC reflexiona sobre las letras de canciones que ella escribía antes de mudarse con su apático novio a una casa prestada en un barrio rico: “Sus letras no eran astutas, modernas, ni misteriosas o duras, sino las esperanzas recatadas y sencillas de un ratón. Había pasado una década ladrando al árbol equivocado... ¡como un ratón!”. Sin embargo, desde esa posición inferior el personaje de KC alcanzará una altura ética tan asombrosa como inesperada (a cambio, sí, de perder algo importante para ella).
El contexto social echa sombras sobre las vidas de los personajes en las ficciones de Moore. A veces las circunstancias (“la mierda total”, como la llama uno de ellos) contrastan con los logros y las alegrías, pero en general funcionan como una base de bajo continuo que acompaña los episodios. Cuando Ira, el archivista viudo que, en tiempos de la invasión a Irak, se enamora de Zora regresa a su casa luego de una cena decepcionante con el hijo de su nueva pareja, la voz narrativa de “Muda” apunta: “Puso el informativo de la tele y vio el bombardeo. Bombardeo nocturno, de manera que en realidad no se veía”. El pulso de Moore se asemeja a un bombardeo continuo de síntesis, de coaliciones inéditas de sentido entre cultura e intimidad, de archivos personales revisados desde una perspectiva tanto histórica como irónica. El paso del tiempo, la muerte de los seres queridos, las oportunidades fallidas de encontrar el amor y las obsesiones que retornan desde el pasado son algunos de los pretextos de los relatos: “Había recibido algo perfecto ?¡juventud!? y había hecho cosas imperfectas con ello”. Pero no todo es pérdida y desacierto en los universos narrativos de Gracias por la compañía. La impronta lúcida que Moore aplica al lenguaje, a los modos de reflexionar y de hablar de sus criaturas (modos donde la mutilación y la comedia ligera conviven no sin fricciones), la importancia radical que ella concede al mejoramiento de la propia conciencia y al cuidado mutuo crean un sentimiento de empatía y de solidaridad con los personajes (¡con nosotrxs mismxs!) certero e inapelable.
Lorrie Moore
Gracias por la compañía
Seix Barral
Traducción de Daniel Gascón
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