Viernes, 1 de abril de 2016 | Hoy
FOTOGRAFIA
Se inauguró la muestra Familia. Modelo para desarmar, curada y pensada por la Sub Cooperativa de Fotógrafos, con un recorte de la realidad que pone la intimidad en primer plano pero sin olvidar que lo personal es político y que nuestros rincones afectivos, recuerdos imaginarios, deseos imposibles y posibles están también allí para unirnos y sostenernos. Por eso, las historias fotográficas que están expuestas a lo largo de los tres pisos de la Galería Arte x Arte, tan diversas en texturas y tamaños, abrazan la diferencia y conviven en la familia que cada trabajo supo armar: hay electricidad, muerte, ausencia, partos, discapacidades, familia monoparental, vejez y recuerdos. Porque la magia de la fotografía es hacer memoria de nuestra historia, que es, en cada caso, gloriosa y felizmente distinta.
Por Irupé Tentorio
La mirada y qué la dispara. La historia, muchas veces, que es propia y compartida. Historias sobre familias contadas por 25 artistas y fotógrafxs. “Decidimos armar una muestra con el tema familia en tanto nos permita poder mostrar y cuestionar otras formas de vínculos y no dar por sentado que las familias, o los vínculos afectivos, se dan de una sola manera. Las relaciones son muy complejas, las familias históricamente están regidas bajo la Iglesia y el Estado, dos instituciones que sometieron la libertad del ser humano; ése modelo es el que planteamos desarmar. A nosotrxs, que también funcionamos como familia, nos importa mostrar lo que subyace de allí” dice Gisela Volà, parte de la curaduría de esta muestra de la Sub Cooperativa de Fotógrafos.
Pero veamos más de cerca: el recorrido incluye el trabajo de Oriana Elicabe, Familiarizarse, que empezó en los años noventa con una serie llamada Madres lesbianas, una producción que empezó cuando Oriana, nacida en Buenos Aires, migró a Barcelona y decidió retratar a parejas de mujeres con hijxs en Holanda, España y Estados Unidos. “Después de 10 años decidí volver a fotografiar a las mismas parejas, las mismas familias. Me interesaba retratar la fragilidad de los lazos en nuestro presente. El 80 por ciento ya estaba separada. Pero sobre todo, me interesaba hablar con sus hijxs, que ya eran adolecentes o adultxs. Por ejemplo, Deb y Jess tuvieron a Mateo, yo estuve en el parto, y ahora él tiene 13 años. Su madre biológica falleció y a los pocos años su otra madre volvió a formar pareja con un hombre que a la vez tiene otros hijos. Cuando yo le pregunto a Deb “¿Te gustan los hombres o las mujeres?” ella me dijo “yo soy heteroflexible”. Esta es apenas una historia de las tantas que llevó Oriana a imagen, reflexionando sobre la libertad de los vínculos.
Para Gabriela Muzzio, fotógrafa rosarina, el único objeto que tuvo de sus padres fue una foto en blanco y negro donde un abrazo entre ellos los mostraba felices y enamorados. Gabriela decidió buscar ese abrazo, fotografiando diferentes personas abrazadas, amigxs, familiares, ella con su pareja. Pero en el trabajo Los abrazos, ninguno se parece al otro. Lo único que se acerca es el blanco y negro, y el instante eterno que brinda la fotografía.
Jorge Sáenz, argentino con residencia en Paraguay, fotografió durante veinte años a su familia y la Sub Cooperativa decidió mostrar un puñado de fotos polaroid. Sus hijas, de niñas en el esplendor de los juegos y luego ya crecidas con novixs. Su mujer, sus nietos y la familia que crece y muta al igual que su residencia y que también es una familia que sabe convivir con una cámara de fotos que se vuelve invisible y las muestra en mil facetas.
Ana Casas Broda, fotógrafa que vive entre España y México, en su trabajo Kinderwunsch (el que toma su nombre del término alemán que hace referencia al vinculo entre niñxs y deseo, “deseo de tener hijxs”) tomó fotos de ella con sus hijos varones desnudos, bañándose, amamantando, de la ecografía de sus hijos, a sus ovarios, en la sala de parto, a sus estrías, a su pecho con leche de madre, a sus horas de cansancio.
Martín Weber retrató muchas veces con toma directa, fondo blanco, a su padre con el torso desnudo. La mirada, ante los disparos fotográficos de ese hijo, muta muy poco y prevalece la ausencia de la vida. Hasta que Martín se fotografía a sí mismo y es cierto que son hijo y padre por el enorme parecido que los liga, pero en la mirada del fotógrafo existe el futuro al igual que en el video que se proyecta con hija y nieta cantando. Pocos meses después de esta realización, su padre falleció. Como el padre del fotógrafo RES en Intervalos, Intermitentes, donde ambos posan frente a la cámara con la misma camisa y fondo negro, aun con la diferencia de sus años y con la construcción de un vínculo afectivo que sucede cuando se arma y se desarma un lazo seguro pero también incierto.
La familia también es ese espacio que se habita en soledad. Los objetos y rincones de una casa que son parte de nuestros recuerdos son, también, nuestra familia, y así lo muestra Florencia Lo Re con su casa de infancia que elige retratar. Objetos, rincones, la luz tenue que se asoma por la puerta o ventana, todos tomados con diapositivas vencidas.
Lo que nos rodea puede ser un mundo de sensaciones laberínticas, y a veces quienes retratan a su familia, tienen que usar muchos rollos fotográficos para poder entenderla, como lo hizo Verónica Mastrosimone, quien en asados familiares los exhibe bailando, besándose, con una sidra, tapándose ante la cámara, aunque no lo logran porque la fotógrafa usó una cámara tan pequeña que no es difícil ocultarla con la palma de la mano. Cecilia Reynoso también convive en la misma sala de Arte x Arte que Mastrosimone y retrata a la familia de su pareja. Juntos en Navidad, en una terraza, todxs tirados en el piso, uno arriba del otro, sin saber qué están haciendo; en el baño con el bebé o un señor con un diario en la cabeza. Situaciones tan cotidianas como bizarras.
Fotógrafas y fotógrafos que conviven en esta muestra saben utilizar la imagen para guardar lo irrepetible. Y la familia es ese vínculo universal que se escapa de lo territorial, como lo es la del francés Alain Laboile, fotógrafo autodidacta, escultor y padre de seis hijxs, que dice “Mi familia que vive al borde”. Es decir, lejos del sistema capitalista o al menos intentando estarlo. Entonces sus fotos son todas en blanco y negro pero dinámicas, jugando al aire libre con agua, y desnudos; en un auto abandonado, con un paraguas roto, sus hijas con disfraces de hadas y armando tetas grandes, su hijo dentro del placard de la vajilla con el gato y todos juntos en la cama durmiendo.
Esta nota es apenas un bosquejo de lo que se encuentra al recorrer los tres pisos de la galería poblada por 25 artistas de ocho países. Falta nombrar a muchos y muchas (Lucila Quieto, Gaby Messina, Gerardo Dell’Oro, Martín Estol, Alejandro Kirchuk, Nicolás Pousthomis, Héctor Rio, Franco Verdoia, Beto Gutiérrez, Cecilia Estalles, Liliana Contrera, Valeria Bellusci, Inés Tanoira y Cia de Foto) que tienen la generosidad de mostrar un puñado de su vida para ayudarnxs a pensar qué tipo de familia nos rodea en nuestro presente y cuál es la que decidimos elegir para aprender sobre nosotrxs.
Familia. Modelo para desarmar. Hasta el 20 de junio en Galería Arte x Arte. Lavalleja 1062, Villa Crespo. artexarte.com.ar
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