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Viernes, 22 de abril de 2016

COSAS VEREDES

Mucho más que dos ruedas

Un grupo de mujeres latinas en Los Ángeles se reapropia de las zonas peligrosas de la ciudad pedaleando unidas desde 2010. Un gesto político que interesó a dos realizadoras, que acaban de estrenar el film Ovarian Psycos en Estados Unidos sobre el colectivo homónimo.

 Por Guadalupe Treibel

Tiempito atrás, el diario L.A. Times se hacía eco de un grupo de ciclistas 100 por ciento femenino, predominantemente latino, mayoritariamente en sus 20, que había encontrado en el pedaleo algo más que una forma de ejercicio. “Es tanto una respuesta como una manera de desafiar la agresiva y machista cultura biker de Los Ángeles”, escribía entonces la periodista Denise Florez, haciendo hincapié en cómo estas mujeres hacían frente además a “la monolítica cultura automovilística de esta ciudad con su ética in-your-face, reflejada en el nombre de la brigada”. Porque las Ovarian Psycos –tal es su nombre de bautizo desde su creación en 2010– buscan una alternativa verde al transporte en una urbe a menudo referenciada como “la capital de la cultura del coche”, donde algunas voces inexplicablemente se ufanan de vivir en un sitio con altos índices de embotellamientos; uno de los más altos de todo Estados Unidos, de hecho. Dicho aquello, el gesto político de las Ovas excede la ecología (aunque, como ofrecen, pedalear “en esta jungla de cemento muestra nuestro profundo respeto por la diosa Tonantzin”); para ellas, montarse a sus bicicletas implica mucho, mucho más.

“Nuestra visión política se basa en ideales feministas con entendimiento indígena y mentalidad urbana”, proclaman en su acta de principios. Principios que, por caso, incluyen la aceptación del cuerpo propio, el orgullo femenino, la denuncia hacia distintas formas de opresión, hacia la sociedad patriarcal, el imperativo cisgénero. Principios que ponen a rodar “tomando” las calles más peligrosas de L.A. en conjunto, por las noches o durante el día, luciendo con orgullo bandas con su logo: las trompas de Falopio. Y un lema, repetido cual mantra: “Tenemos los ovarios tan grandes que no necesitamos pelotas”. Destacan ellas, por otra parte, que “no se trata de ir rápido sino de crear una sororidad”. De allí que estas aguerridas damas –que se apropian y resignifican el estilo gangstá– busquen transmitir habilidades de liderazgo a cada una de sus integrantes; y cada mes, cuando hay luna llena, realicen Luna Rides: paseos colectivos en las zonas más picantes del barrio Boyle Heights, donde a menudo se registran feminicidios. “Si una pincha la rueda, todas nos detenemos a ayudarla”, avisan en señal compinche. Cabe destacar además que, como evento anual, llevan adelante el –parafraseando a la iniciativa Masa Crítica– Clitoral Mass: rutas de 50 kilómetros donde cientos de damas recorren unidas diferentes áreas de Los Ángeles y que, al igual que la propuesta mensual, suma talleres donde se debate desde acoso callejero y otras formas de violencia de género hasta seguridad vial y discriminación contra la cultura chicana. En “la Conxa”, como denominan a su base de operaciones, también organizan conciertos punk, proyecciones de films, exposiciones de arte, clases de autodefensa, grupos de ayuda a mujeres que padecen desórdenes alimenticios…

“Hemos aprendido cómo la depresión y la adicción crecen a pasos agigantados en nuestras comunidades. Muchas venimos de hogares donde ‘una muchacha respetable’ no anda en bicicleta de noche. Pero nos alentamos mutuamente a continuar, porque es necesario, hay que hacerlo”, destacan las Ovas. Según propio recuento, por cierto, ellas son “mujeres de color, hermanas, madres, escritoras, estudiantes, esclavas asalariadas, artistas, MCs, poetas, intelectuales, académicas radicales, ambientalistas, agricultoras urbanas, damas de medicina, militantes feministas, charras en caballos de acero”. Tipas a las que, desde esquinas y veredas, las alientan abuelas al grito de “¡M’ija, qué bueno! ¡Ese es muy buen ejercicio!”. También, desde las pasadas semanas, las alientan espectadorxs desde butacas de cine…

“En el este de Los Ángeles, esta nueva generación de mujeres está creando un movimiento”, ofrecen las realizadoras debutantes Kate Trumbull-LaValle y Joanna Sokolowski, que han pasado los últimos cuatro años trabajando en el film documental Ovarian Pyscos, que sigue las andanzas de la susodicha brigada a través de tres de sus integrantes: la poeta, performer y fundadora del grupo Xela de la X, la artista Andi Xoch y Evie Martínez, hija de una laburanta. Recientemente estrenada en el Southwest Film Festival, la película ha cosechado buenos comentarios, asegurándose –por otra parte– un lugarcito en el venidero Hot Docs Canadian International Documentary Festival. “Incisivo y personal, explora el complejo territorio entre madres e hijas, entre tradición e independencia (…) El material de archivo, fantásticamente seleccionado, teje un correlato entre el Movimiento Chicano de los 70s y la vida de estas chicas. También muestra la diferencia entre la cultura originaria de las Américas y lo que las protagonistas llaman ‘la familia tradicional mexicana poscolonizada’”, anotó –por caso– el Hollywood Reporter. Las directoras, por su parte, reconocen haberse sentido atraídas por la valiente y temeraria actitud política de las Ovas, “su audaz y fuerte feminismo, su estética sin rodeos”.

“Las Ovarian Psycos son parte de un legado. Su trabajo está muy conectado a la historia. Para nosotras, era importante dejarlo asentado en el film”, ofrece Trumbull-LaValle, que anteriormente se desempeñase como productora del documental No Más Bebés (2015), sobre la esterilización forzada de mujeres latinas en el Hospital L.A. County a fines de los 70, que devino contienda judicial (el caso Madrigal versus Quilligan). “Puede que nuestra actitud resulte abrasiva, pero al final del día debemos considerar lo que hemos pasado históricamente, y lo que pasamos actualmente. Genocidio, feminicidio, esterilización forzada, colonización, que, colmo de males, hemos internalizado, naturalizado”, explica Xela de la X, y agrega: “Incitamos a ciclistas mujeres de todas partes a montarse a sus bicicletas y así sanar física, emocional y espiritualmente”. Y divertirse, porque –como han declarado en cierta oportunidad– no hay mejor sensación que bajar una colina empinada acompañada de amigas.

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