Viernes, 26 de agosto de 2016 | Hoy
ACTIVISMOS
La militancia gorda local atraviesa un momento inaugural de su trayectoria política con la aparición del libro Cuerpos sin patrones. Resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne, una compilación de Laura Contrera y Nicolás Cuello para editorial Madreselva, con prólogo de Mauro Cabral, que reúne textos de activistas de la diversidad corporal y aporta traducciones de militantes de la gordura como Charlotte Cooper y Nomy Lamm. Sobre el capitalismo magro y las astillas de un gobierno que ajusta despreciando la grasa, el modelo de mujer que exige un mercado que siempre descarga la responsabilidad en lo individual y la construcción de una voz que se erija como interrupción sensible del flujo de intercambio neoliberal, hablan Contrera y Cuello y presentan un material que promete hacer historia.
Por Flor Monfort
“Me parece importante volver a nombrarme ahora como gorda, nombrarme gorda como estrategia de autoenunciación. Nunca liviana. Y sirva este último adjetivo para que la paradoja dé lugar a la sonrisa. Nombrarse para volvernos visibles. Ocupar el espacio para volvernos visibles. Visibles, desobedientes, disidentes de la norma que nos impone una sociedad que estandariza y controla cuerpos y deseos, que define lo bello y lo sano. (…) Ante la pregunta: ¿por qué ser gorda, o vieja, o diversa funcional, o enferma (y la lista podría ser muy larga) me hace estar fuera del estándar de belleza o de normalidad corporal? ¿Qué me hace disidente de la norma? Propongo cambiar esta pregunta por otra, y he aquí el desafío político: ¿bajo qué mecanismos se construye el cuerpo normal? ¿Cuánta disciplina de normalización han soportado y soportan nuestros cuerpos? ¿Qué técnicas de domesticación y regimentación nos hacen desear ser normales y atractivas a costa de padecimientos?” pregunta la activista feminista Lucrecia Masson en uno de los textos que publica en este libro, llamado El cuerpo como espacio de disidencia. Son muchos los pasajes de Cuerpos sin patrones que condensan sus líneas de trabajo con esta potencia, la contundencia de un modo de decir que se fue gestando a fuego lento pero tuvo su big bang furioso en 2012 y de allí no paró de generar galaxias y cometas poderosos. Nicolás Cuello y Laura Contrera, responsables de que esa explosión tuviera lugar primero en la nebulosa internética pero pronto en el encuentro de sus subjetividades atravesadas por militancias de izquierda y lgbt, donde la dimensión de lo corporal era dejada de lado, explican por qué corrió tanta agua en tan poco tiempo y con un caudal tan furioso. “Nos conocíamos con Nico porque teníamos amigos en común del activismo lgbt. Nico fue la primera persona que, a través de comentarios en la web, pensé “este tipo sabe qué significa que tu gordura no sea tomada en cuenta en los lugares donde debería: en la militancia de izquierda, feminista, lesbiana, gay. Los textos giran un poco sobre ese lado: Mi gordura importa. Y además de “mi gordura importa” los dos estábamos viendo el filo político de esa afirmación, porque durante mucho tiempo no se le dio en la región el lugar político a la gordura como un vértice de opresión significativo” dice Laura, quien a raíz de un posteo sobre Bakunin y una frase de una carta de él que habla del “obeso cuerpo” escribió un primer texto que en parte está en el libro y que habla de Bakunin-Engels y lo que había significado para ella saber que el activismo gordo existía y que lo que le pasaba no era un problema a resolver frente al espejo, diciendo “me quiero mucho” , como afirma la retórica del orgullo, con su empoderamiento mal entendido.
N.: –Conversábamos sobre distintas cosas, música, política, fanzines, y en un momento empezamos a hablar de forma privada sobre las dinámicas del deseo y ahí me acuerdo que nos mandamos muchísimos mensajes cargados de historias. Ahí empezamos a jugar sobre la idea de cuerpos sin patrones. Sin un patrón que te mida, sin un patrón que te controle. Mi propia experiencia como puto me mostraba que esto era algo de lo que no se podía hablar: de las violencias de la mercadotecnia del deseo. Sobre el lugar difícil que era y sigue siendo ser un gordo puto a la hora de coger. Yo he recibido mucha respuestas que replican la ausencia en torno a esto: ¿Cómo “pero si vos sos hermoso”? bueno, sí, pero ¿quién me lo está diciendo? No tiene que ver con tener o no una cara hermosa sino con una dinámica, con una forma de organización mucho más compleja, cuya accesibilidad exige valores en los que nuestros cuerpos no cuadran. Y tengo el recuerdo de hablar y hablar y de afianzar una amistad, de hablar políticamente y también de sacarnos la mierda, y no en un sentido terapéutico, sino con ese filo político y ese pasado activista. Ahí cada cual siguió con sus lecturas, Lau sacó el fanzine, yo seguí más despacio con mis escrituras, con mis imágenes. Así fue como construimos un marco de acompañamiento y de elaboración política. Es como si hubiéramos tenido un mini taller de concienciación, y de reflexión política privado entre nosotros- dice Cuello.
Nicolás en esa época tenía un trabajo más orientado a la producción visual, hacía stickers, pegatinas, afiches, stenciles, también editaba plaquetas de poesía en donde trabajaba con la idea del hambre y el placer. “Esta panza es re gay” fue una estampa que hizo en uno de los encuentros de Serigrafistas Queer para imprimir sobre remeras en el contexto de una de las Marchas del Orgullo. Pero pronto empezó a escribir, Laura sacó el fanzine Gorda! Zine y en 2014 armaron la Asamblea Transfronteriza de Gord*s Sudakas Insumis*s donde, dicen hoy, coincidían en el 90 por ciento de sus intervenciones. Se fueron contactando con otras activistas incipientes, como Lucrecia Masson, Luz Moreno, Luca du Mal, La Kono, y participando de otros espacios, donde aun yendo de manera individual, compartían un eje que los convocaba. Crearon el espacio “Hacer la vista gorda” y ya van por el noveno encuentro. “Siempre lo propusimos como un espacio facilitador, un espacio de encuentro, horizontal, donde hay una propuesta y un temario. Trabajamos textos que tienen que ver con el activismo y estudios sobre gordura, muchas veces de otras partes del mundo, por eso lo de traducir como una apuesta política y de hacer circular saberes que si no manejás el idioma te quedás afuera: hacer esa suerte de repositorio accesible, y además sabiendo que la temática es excedida todo el tiempo por lo que genera el grupo. Hay textos que vuelven a aparecer, textos que nunca los tocamos. Dentro del taller sucede otra cosa que seguir un programa, una bibliografía” dice Laura sobre el taller, que ya cuenta con un grupo de personas fijas con quienes han establecido un lazo de amistad, y otro grupo de gente que circula. “Es un lugar de investigación y de incentivo, de acción y de objetivación política. Se empezó a generar un tráfico de afinidades y aunque suene medio místico me parece muy mágico, porque es la posibilidad de construir una comunidad política en torno a una grieta poética, sensible, teórica. Y es viralizante además”, agrega Nico.
Este libro emergió como un ejercicio y una apuesta de afinidad y por ello Laura y Nicolás no pueden dejar de nombrar a María Luisa Peralta, activista lesbiana anarquista y parte del equipo editorial de Madreselva y a los estímulos de personas como Mauro Cabral, que prologó el libro “tan esmeradamente, de manera tan certera y hermosa que más que prefacio merece ser capítulo” dicen. María Luisa lxs conocía por sus respectivos activismos y lxs contactó por Facebook diciendo que les gustaba lo que estaban haciendo. “Me preguntó si quería que compilase algo para la editorial. Cosas mías y de otras activistas y me preguntó si lo quería hacer con Nico. Ella le dio una tarea a un equipo que todavía no funcionaba como tal porque cada uno hacía cosas individualmente. Así que la idea del libro es de ella y quien sugiere cómo hacerlo, por eso siempre la reivindico. Y otra persona es Mauro porque a mí en lo personal me allanó un montón de caminos, aceptó escribir el prólogo, va a los talleres, compartimos esta ética de la traducción, y lo nombro porque esto tiene que ver con la gratitud de una ética política. Y él vio algo que tiene que ver con la intersección de la diversidad corporal, o como queramos llamarlo, con el movimiento feminista, movimiento intersex, trans, movimiento de las personas diverso funcionales, etc. Nos encontramos ahí, la lucha por la despatologización de nuestras vidas se lee con esta clave política” dice Laura.
Muchos de los textos del libro tienen como disparador el hecho de que los activismos que dejan de lado la dimensión del cuerpo.
L.: –Y se baja una línea de que vos como activista o como feminista deberías tener resuelta esa cuestión de tu cuerpo, no sentir vergüenza, no sentirte menos deseada, no importarte estar excluida de determinados circuitos de deseo. Cuando Nico hablaba del cuerpo gordo marica y demás, entre mujeres bisexuales y lesbianas, la primera defensa que se esgrime es “pero si entre lesbianas a las gorditas les va bien”. En general se supone que hay menos especulación con la mirada heterocis sobre lo que debería ser un cuerpo deseable. Es verdad pero a la vez no es tan verdad, que es un poco lo que aparece en el texto de Canela Gravila (“Lesbianas gordas, bellas y fuertes”). Siempre esa obliteración de expresarte como lesbiana gorda, bisexual gorda, marica gorda, trans gorda, o lo que sea que quieras ser.
Hay una heterogeneidad de textos: hay textos duros y otros más blandos. El libro es una puerta y claramente hay un cruce de coordenadas, algunas más difíciles de entender que otras. “Yo pienso que el texto de Pizarnik puede ser muy ganchero para chicas de nuestra generación. A mí me interesa que el tema de la gordura nos importe a todes, porque es como que no nos importe la opresión sobre las personas judías. Sería inaudito. Me parece que es independiente del peso que se tenga” dice Laura y se refiere a uno de sus textos, “Alejandra Pizarnik y la delgadez como combate constante” donde escribe “(…) no tenemos elementos para afirmar concluyentemente que Pizarnik padecía tal o cual desorden alimentario. Lo que sí podemos desprender de estos textos es que la gordura y la alimentación constituían un foco de preocupación para la joven poeta. Porque, más allá de que en la ecuación promovida por la industria de la salud y de la dieta, aceptada por el sentido común, la relación con la comida es un factor central en los desórdenes alimentarios que serían, a su vez, efecto de una profunda perturbación emocional o psíquica, no todo cuerpo gordo es la prueba viviente de desórdenes o patologías o de una voluntad viciada que gusta de inflingirse dolor. Quizá sería más sencillo aceptar la diversidad corporal en la que podemos encarnarnos los seres humanos. O problematizar la relación entre alimentación, gordura, salud y régimen de vida, como hacen los activismos sobre gordura”.
N.: –La responsabilidad individual es una de las líneas por las cuales nos desmarcamos del movimiento de la positividad corporal, que es el movimiento mainstream del activismo gordo norteamericano que también se replica en otros países europeos. El principio de voluntad es una política que diseña el neoliberalismo fundada en la responsabilidad individual. Todo lo que tenga que ver con tu proyección social y tu futuro, va a depender de qué tipo de gestión económica, política y cultural hagas de tu cuerpo, y la gordura entra dentro de ese principio empresarial del yo. Mucho de los activistas que se enmarcan dentro de la positividad corporal, conciente e inconcientemente, no lo sé, terminan replicando aquello de que la responsabilidad sigue estando entre nosotras y tiene que ver con consumir ciertos productos para sentirnos mejor, o consumir ciertos productos que afirman la diversidad de los cuerpos, o abogan por un trabajo interno que tiene que ver con la repetición del “yo me quiero, yo me amo, yo me acepto, mi cuerpo está bien”, una especie de mantra de la propia voluntad de aceptación. La aceptación como un mantra.
L.: –El modelo hegemónico es ese que replica por ejemplo esa línea de Natura que dice que hay muchas bellezas diferentes. El mercado captura ese nicho de diversidad que evidentemente presentamos/encarnamos los seres humanos. Es evidente que se puede capturar y que tiene que ver con cumplir determinados requisitos, siempre hay un resto de eso, y el principal problema para mí no es que el mercado lo capture y trabaje con cuerpos que, o son muy blancos o no son tan gordos o no son tan lisiados, siempre lisitos, con pieles divinas, y que deja la pregunta abierta “¿se puede representar todo?” ¿cuál es la figura mas abyecta de la abyección mas profunda que nos dejaría conformes? Siempre hay un resto que es inatrapable pero aun así me parece que el principal problema de estos acercamientos es que relegan la cuestión siempre a lo individual. Vos te empoderás sola, como decía Nacha en los 90: me quiero, me autoafirmo como una persona deseable y valiosa. Y la verdad es que seguimos en un mundo que todo el tiempo nos afirma lo contrario y donde no lo sos solamente por instaurarte de ese modo, entonces termina siendo un empoderamiento ridículo. Y ahí viene la ligazón necesaria con otros movimientos, que se plantean de manera colectiva, con una cuestión política de por medio. Ahí me parece que está la diferencia.
¿Qué pasa con modelos de mujer que plantea este gobierno, como el que puso a dieta a María Eugenia Vidal o muestra a una sumisa Juliana Awada, sonriente y esbelta como una Barbie?
N.: –La cosa esbelta reafirma un estereotipo de lo femenino. Las gorduras femeninas populares siempre están asociadas o terminan alterando la codificación de la feminidad hegemónica de un cuerpo, como una feminidad salvaje, una feminidad desbordante, incontrolable, agresiva. En algún sentido, la gordura interrumpe la trayectoria productiva del ser mujer. Es un aviso, una alarma que dice “se está yendo de su camino, de ese camino que tiene que ver con la producción de un cuerpo femenino, delgado, delicado, que no es gordo. El adelgazamiento de Vidal tiene que ver con aquello de la buena mujer, la que calla, la que tuvo la voluntad de hacerlo.
L.:-La voluntad juega en varios niveles. Primero en esto que dice Nico, en una matriz más amplia del neoliberalismo, de que si te gestionás adecuadamente vas a ser un mejor producto y te vas a posicionar mejor, incluso te vas a vender mejor y eso te va a dar más poder. Hay un empoderamiento en otro sentido, en otro nivel: el empoderamiento que te venden algunas revistas “femeninas”, que tiene que ver con cómo ser una buena jefa asociado a la imagen, incluso aceptando esta diversidad que nos vende Dove o Natura, siempre es una imagen cuidada, es la imagen de una buena mujer, urbana, blanca, heterosexual. Cuando hablamos de Maria Eugenia Vidal o Awada, los modelos de mujer que propone el neoliberalismo magro, evidentemente quedan afuera millones de personas en la Argentina, hay una cuestión de clase y es un modelo de mujer que también lo compran mujeres pobres, de clases populares, por lo cual es muy complejo. Pero, como dije en la presentación, este libro, que se pretende un capítulo inicial de la más amplia historia política de los cuerpos sin patrones sale a las calles no sólo en el segundo semestre de un gobierno a todas luces anti-popular, sino también que es un frío ejecutor de las medidas de recorte del neoliberalismo magro. La lengua del patrón es hoy la lengua del ajuste, la deuda y el recorte: corta y recorta la grasa, los subsidios, los servicios sociales; los cuerpos pobres y grasos entran en posproducción y deben apretar el cinturón pero también abrigarse. Todo ello vuelve a actualizar algunas preguntas que en este libro abren reenvíos y desvíos. Por suerte, estos tiempos de penuria son también la ocasión de pensar cómo podemos encarnar y, a la vez, resistir las normas patologizantes de nuestros cuerpos y nuestras vidas vulnerabilizadas y en riesgo de cortes y reducciones. Es ahí donde deseo que nos encontremos, resistiendo al cis-hetero-patriarcado, al colonialismo y al neoliberalismo magro, celebrando la diversidad corporal además de la sexual, en coaliciones por afinidad que es menester armar, que ya estamos armando, en la intemperie, hoy, aquí, ahora.
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