Viernes, 9 de septiembre de 2016 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
Las menciones a Aheda Zanetti y a su firma “Ahiid”, consagrada a la ropa deportiva y a bañadores para mujeres musulmanas en Occidente emergieron en los periódicos como si se tratase de una revelación de las pasarelas; pero lejos de los dictámenes de las tendencias, en la temporada 2016 el grito de la moda del burkini responde a gestos políticos. Vestida con un velo rojizo que en un gesto de coquetería ornamentó con algunas piedras de strass conformando guardas de flores irrumpió en una filmación realizada por el blog “Faith Fashion Fusion” y explicó la morfología y la filosofía de diseño del burkini, el atuendo que comenzó a desarrollar en 2004 y que en la actualidad cotiza entre cincuenta y doscientos dólares australianos según se trate de modelos “slim fit”, “modest fit”, talles grandes o deportivos.
La libanesa de 45 años que vive en Australia desde su infancia posó frente a los percheros rebosantes de sus colecciones de burkinis rosa chicle o rosa Dior, una paleta de azulino, turquesas y verdes turquesas que matiza con grises o con negro. Allí se refirió a los comienzos de su pequeña gran firma de moda que inicialmente predicó la venta online y que además tiene un showroom en Sidney. Develó que el disparador inicial de su diseño fue la visión de su sobrina practicando deportes vestida con un pantalón de gimnasia y un hijab de telas rígidas. Percibió que la niña tenía la cara muy roja y que se la veía muy incómoda para moverse durante el juego. Inicialmente las trazó como un hobby para vestir a su sobrina, pero con el transcurso del tiempo sus monoprendas devinieron un negocio rentable. Explicó que la búsqueda de materiales innovadores y confortables representó su inicial desvelo, porque anhelaba texturas que no fuesen transparentes al mojarse y que tampoco se adhiriesen demasiado al cuerpo. Inicialmente las buscó en el extranjero pero para su sorpresa la solución estuvo en una tienda de textiles de su vecindario, cuyos dueños desarrollaron telas según sus requerimientos. Uno de los principales artilugios fue la incorporación de estampas con transfers variopintos cubriendo el pecho. “Consideré que no existían bañadores para mujeres que quisieran proteger la piel de la intensidad del sol que en Australia provoca serias lesiones de piel, o las que simplemente buscaban no mostrar su cuerpo. De ahí que introduje un traje protector de los rayos del sol independientemente de la razas, las religiones y las tallas” dijo.
La expresión burqini fue incorporada al diccionario Macquary y su historia fue adaptada para una obra de teatro de la directora australiana Alana Valentine; el hijab de impronta deportiva fue modelado en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008 por la deportista Rogaya Al Gassar.
Cuando a comienzos de agosto una mujer musulmana que vestía un burkini para bañarse en las playas de Niza fue obligada por las autoridades de la región a quitarse parte de las ropas que cubrían su cuerpo, y la prohibición de su uso se extendió a varias comunas francesas –las mismas que antaño veneraron la invención y el uso del bikini– lejos de Europa las cifras de venta del burkini se incrementaron. Las manifestaciones en contra de la prohibición se replicaron: frente a la embajada francesa en Londres un grupo de mujeres vestidas con burkinis y (¡con bikinis!) llevó pancartas con la premisa “Déjennos usar lo que ellas quieran”. Pero en los primeros días de septiembre, la prohibición fue vetada. “Las autoridades francesas comprendieron que el traje de baño burkini no representa otra cosa que una mujer elige para ir al agua” señaló por entonces Aheda Zanetti, quien además, desde la web y la página de Facebook de su marca invitó a que las usuarias le enviasen fotos vistiendo sus diseños. Corresponde destacar que a diferencia de la bikini de Louis Reard que fue modelada inicialmente en Europa, la burkini fue inicialmente lucida en las playas australianas que veneran los surfers. En ese territorio, la prenda obtuvo popularidad circa 2005 y la musulmana Mecca Laalaa hizo un curso de bañera y salvavidas para asistir a los habitués de las playas de North Cronulla –situadas en las afueras de Sidney–. La prenda que vistió la cuidadora de las playas no fue otra que una burkini en tonos amarillo y rojo diseñada por Zanetti. Durante diciembre de 2005 en esa locación comenzaron los disturbios raciales entre los jóvenes libaneses y los australianos –apodados aussies– luego del ataque de un grupo de “salvavidas” dedicados a proteger a las pandillas de surfers de la región.
Las burkinis y los velos se sumaron a las prédicas y los desarrollos de la industria de la moda; mientras que la cadena Marks&Spencer lanzó su propio modelo de burkini negra, los velos y hijabs comenzaron a tener sus versiones según la cadena japonesa Uniqlo, de Donna Karan a Dolce & Gabbana sumaron diseños con sus etiquetas e impronta que destinadas a las usuarias musulmanas.
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