SALUD
Dice una ley no escrita de la belleza femenina: “te broncearás”. Y en aras de su cumplimiento van rebaños de chicas, que quieren verse como se deben ver, aunque el camino sea peligroso y la llegada todavía más amenazante. Al calor de una industria cosmética rozagante (y siempre llena de novedades), la huella de Febo en la piel es bastante más que un dorado bonito.
› Por Luciana Peker
¿Será por el color? ¿Por salirse del blanco, ese neutro que flamea cuerpos híbridos demasiado transparentes, demasiado incoloros? ¿Será por despachar la palidez que huele siempre a tristeza? ¿Será por tomar color, por pigmentarse con los matices de la tierra, por reflejarse dorado como la arena? ¿Será por tapar creer que se tapan las huellas del cuerpo que marcan trazos, que hachan la piel de pasados? ¿Será por el deseo de pintarse íntegro, de ser nuevamente un papel en blanco? ¿O mejor dicho, dorado? ¿Será por mutar, por la voluntad constante de volverse otro -aunque sea un poco más rojo, marrón, oscuro, tostado, otro distinto a ese que está siempre ahí cuando nos vemos? ¿Será por el calor? ¿Por sentirse húmedo, abrigado, envuelto por esa tibia sensación que siempre que no agobie acaricia? ¿Será por combinar con el fucsia o el verde? ¿Por no sentirse diferente, no desentonar, no sobresalir, como blanco sobre negro, en una marea de cuerpos estallados de verano? ¿Será por deseo o por obligación? ¿Será por presentar el color como un pasaporte, una foto, un sello de las vacaciones, ese tiempo dorado que todavía muestra que nos podemos desocupar porque estamos ocupados? ¿Será por probar que se sigue pudiendo lo que antes se podía? ¿Será porque siempre hay que hacer algo y tomar color es la única utilidad de estar echado? ¿Será por el calor, el color? ¿Por qué será que aún ahora que sabemos que lastima el sol sigue siendo un dios moderno? Así, como lo dijo una mujer ejemplar de adicta al sol en el programa Adikta, conducido por Juan Miceli, en Canal 13. El sol es mi dios, elevó desde la reposera en medio de la isla de césped, como una fábula resumida de la relación de muchas de las mujeres argentinas con el sol. Nunca me dio razones para dejarlo y espero que nunca me las dé, alegó ella, con la letra en los moldes de la novela del amor ciego donde todo está a la vista, pero nada se ve. ¿Por qué encandila el sol?
Muéstrame cuánto sol tomás y te dire cuán pobre o rico eres
A lo largo de la historia
estar tostado era un signo de la gente que trabajaba y estaba expuesta al sol.
Y, justamente por eso, entre las clases altas no estaba bien visto estar tostado.
Al punto que mucha gente se manejaba en la calle con máscaras, como las
que vemos ahora en el Carnaval de Venecia, para que el sol no los tocara. Pero
en los años 20 eso cambió radicalmente: Coco Chanel pone
de moda el color tostado en la piel. A partir de ahí gira la historia
y lo que queda bien es estar bronceado. Así como, en un principio, las
clases altas se protegían del sol para diferenciarse de las clases bajas,
después, empiezan a mostrarse bronceadas también para diferenciarse
y mostrar que podían veranear en St. Tropez o en Playa Grande,
relata Claudio Martínez, diseñador e historiador de la moda. La
relación entre el sol y el dinero muestra la cara y ceca de cuerpos que
relucen belleza y estatus, que pretenden reflejar pálidos o tostados
sus pigmentos como prueba no sólo de lo que son sino también de
lo que tienen. Igual que la ropa o el estilo corporal, el bronceado es un síntoma
de las épocas. En los 60 el sol se democratiza y se toma
en todos lados: en las terrazas, en los balcones, en donde se puede. En La dolce
vita, hay dos mujeres tomando sol como símbolo de la buena vida. En los
70, la moda crece tanto que el color del bronceado se vuelve agresivo.
Ahora, otra vez surgen las diferencias sociales porque las clases medias altas
son las que más se cuidan del sol por una simple razón: las cremas
protectoras y los autobronceantes inocuos son muy caros. El dinero vuelve a
hacer diferencia: hoy sólo los que pueden usan un bronceado saludable,
remarca Martínez.
Estar tostado pasó de ser vital a ser peligroso: los rayos ultravioleta
tienen incidencia directa en el envejecimiento prematuro y en el riesgo de contraer
cáncer de piel. La información está y es cierto
los protectores ya forman parte del kit de vacaciones o de salidas al aire libre.
Sin embargo, para una gran cantidad de mujeres que se recuestan durante enero
y febrero sobre la arena, el objetivo sigue siendo volver quemadas.
El bronceado es la manera que la piel tiene para defenderse de la agresión
que le producen las radiaciones. No es algo natural remarca Patricia Dermer,
Doctora en ciencias químicas y análisis biológicos, integrante
de Skin Cancer Foundation y directora del centro estético Lidherma.
Es una costumbre cultural que promovió la piel bronceada como índice
de estatus económico. Se hizo un culto a la diferencia social y todavía
hoy los medios de comunicación utilizan la imagen de la mujer bronceada
como sexy y saludable. La industria es muy fuerte, se invierte mucho dinero
en torno a la adoración al sol y eso genera adictas que creen que el
bronceado es una vestimenta y asocian la sensualidad al sol. Es un error.
Las tiritas de las bikinis son cada vez más chicas y cada vez son más
grandes las expectativas de que una mujer entre (no sobre) en una bikini con
tiras chiquitas que, además, no se noten, no desencajen como un juego
de engranajes con graduaciones cromáticas distintas, que no delaten el
blanco teta que se llama así, porque las tetas son al menos hasta
hace muy poquito las partes blancas, no expuestas, al teñido de
los rayos solares. Las mujeres tienen que tener cuerpos marcados y sin marcas.
La exigencia de los mandatos estéticos iluminan, una vez más,
la presión que apunta contra la imagen femenina en nombre de la
imagen femenina a las mujeres argentinas.
El sol, a toda hora, en todo lugar, a cualquier precio, es un capricho que tiene
fronteras. En Europa el mandato de la piel bronceada es mucho menor compara
Dermer. En los contratos que firman las modelos hay una cláusula
que prohíbe tomar sol, porque envejece muchísimo. La piel lozana,
hidratada y luminosa es sinónimo de belleza y eso se contrapone a tomar
sol. Y en Australia, por ejemplo, se promueve la vida al aire libre, pero a
la sombra. Un ejemplo del entierro del bronceado oscuro en el primer mundo
es que aunque Australia sea sinónimo de playa, la mujer sinónimo
de Australia es Nicole Kidman, uno de los pocos íconos actuales de belleza
femenina transparente, sin color artificial. Simplemente blanca. Ivana Berg
Simiz, brand group manager de Beiersdorf (la empresa que fabrica la línea
cosmética Nivea) explica: La tendencia mundial es que la gente
se cuide más del sol y que se recurra más a los protectores solares.
Pero, enEuropa, hay una fuerte tendencia a usar protectores altos (hemos lanzado
el factor 50 con excelentes resultados) mientras que en la Argentina todavía
son muy elegidos por las mujeres los bronceadores con factores muy bajos de
protección como 2, 4 o 5. Hay un segmento de la población consciente
que usa bloqueadores altos del 30 al 50, pero las más jóvenes
usan índices menores. Es indudable que en Europa la gente tiene más
cuidado y acá todavía falta conciencia.
Por supuesto, el mercado de la cosmética, además de ganar con
la venta de protectores solares, ofrece cada vez más opciones para resaltar
o reemplazar el bronceado sin agredir a la piel. La gente está
consumiendo cada vez más productos innovadores, como protectores solares
con reafirmantes que mejoran la elasticidad de la piel además de
cuidarla, o protectores con efecto luminoso, que dan por sí solos
un efecto dorado que ayudan a sentirse un poco bronceada sin necesidad de exponerse
al sol. Por esta misma razón, también crece la venta de autobronceantes,
que actúan sobre la melanina de la piel, sin lastimarla, pero produciendo
un efecto dorado natural, detalla Berg Simiz. Con ella coincide, Dermer:
Los autobronceantes desarrollan un color cobre por oxidación de
las proteínas del estrato córneo. No son peligrosos. Por eso,
se fomenta su uso con el objetivo de alentar a la gente a tomar menos sol.
A diferencia de los autobronceantes prácticamente un maquillaje
que durante una semana modifica la pigmentación de la piel, hay
otras nuevas costumbres que sí son nocivas para la salud (y duran todo
el año). Las camas solares son radiaciones que se ofrecen 24 horas
por día y los 360 días del año. No se les explica a los
jóvenes sus riesgos y no hay control de su uso, alerta la integrante
de Skin Cancer Foundation.
Otro nuevo negocio es Sol Pleno, autopromocionado como un sistema
de bronceado sin sol que ya tiene 380 locales en todo el país. Claudia
Halac, directora de esta empresa, promociona: Sol Pleno es un sistema
de bronceado natural que se aplica con un pincel de aires, utilizando lociones
que no perjudican a la piel y le otorgan un aspecto luminoso. Después
del aumento de los índices de cáncer de piel muchas mujeres quieren
cuidarse más sin sacrificar su aspecto. Esta es una alternativa ideal
para protegerse de los rayos solares y, al mismo tiempo, lucir un buen color.
Caras y cuerpos untados de cremas contra los rayos UVA y UVB, sombreros y remeras
para amortiguar el impacto, lociones y pinturas que simulan ser un bronceado
que no es, horarios prohibidos o a la sombra para esquivar la guerra directa
del sol contra la piel. Atajos, negocios y escudos. Nuevas formas de consumir
y vender sol, tomar y mostrarse bronceado. Otras estrategias. Aunque sin renegar
ni renunciar al sol: un dios moderno que reina por color, calor o moda. Pero
que reina y sigue quemando.
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